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Analistas 09/06/2017

La Policía Nacional en el posconflicto

Analista LR
La República Más
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Una de las inquietudes que asalta este nuevo escenario nacional, son las transformaciones de las instituciones del Estado encargadas de preservar la convivencia de los ciudadanos, como es el caso de la Policía Nacional que sin lugar a dudas debe recuperar su esencia civil distanciándose de las formas militares que se vio en la necesidad de asumir por causa del conflicto interno, el cual condicionado por las políticas represivas del concepto de la Seguridad Nacional terminó desviando la atención sobre la seguridad ciudadana, fundamento indiscutible de la existencia de este organismo, para atender la amenaza guerrillera y al narcotráfico. Ahora se deben orientar los esfuerzos por crear un servicio cívico  en el que una policía empoderada en el conocimiento acrescente su profesionalismo, y por esta vía cree sinergias con la sociedad, las autoridades político administrativas y la empresa privada estableciendo mecanismos que tiendan a fortalecer el civismo y a modificar la anomía características de los colombianos. 

Ahora lo trascendental es transformar esa tendencia social a través del cumplimiento de las normas y de la creación de instituciones informales que tengan presente siempre el bienestar del otro antes de actuar,  es decir, construir un orden social cuyos principios surjan de las personas, porque no se trata de imponer leyes o normas que generen rechazo, sino que la reflexión lleve a la coincidencia del interés particular y el interés universal. 

Compréndase en consecuencia, que el Estado debe crear mecanismos eficientes para cumplir su misión de preservar el orden, garantizando factores primarios como la vida, la propiedad, la educación y la seguridad social. En palabras de Chevallier, se implementaría la idea de protección de los individuos contra los riesgos de toda clase a los cuales se encuentran expuestos, para que haya una comunidad de justicia y orden. Lo que no es otra cosa que el Estado de derecho propuesto por Kelsen. 

La seguridad como el más alto concepto de la sociedad afirma Andrea Cavalleti, se debe garantizar con base en el concepto de policía, que afirma que toda sociedad existe para garantizar a cada uno de sus integrantes la conservación de su persona, de sus derechos y de su propiedad, conllevando a unir protección y sociabilidad como fin del Estado. Para lo cual se requiere, mantener las diferentes ramas del gobierno en armonía y a la población educada, siendo esto de vital importancia para crear buenos hábitos.

Haciendo del principio del poder de policía que limita las libertades una herramienta que se aplica en última instancia, al privilegiar los métodos y estrategias preventivas que conlleven a trascender a una condición de seguridad (régimen de policía). Pues cuando ya se ha vulnerado el derecho, es la acción represiva del poder judicial la que entra en funcionamiento, fracasando el Estado en su misión de garantizar la convivencia.

En este sentido dice Foucault, el Estado pasa a ser en esencia, la idea reguladora  que piensa en el bien público, en donde la reflexión, el cálculo y la forma de intervención, deben obedecer a una razón de Estado que se funda en el bienestar de la población. 

Corríjase que este es el fundamento del principio de la corresponsabilidad, en que se basa la seguridad pública, que termina comprometiendo a todos los habitantes para lograr el objetivo de alcanzar la convivencia ideal. Este es el mismo argumento del concepto de la Seguridad Ciudadana, pues el cuerpo de policía no puede asumir en solitario la responsabilidad de la seguridad pública.

Esto no quiere decir que la policía inhiba su deber de hacer cumplir la ley, porque como lo acota Mark Kleiman, el concentrar los esfuerzos en un pequeño número de malhechores, imponiendo con ello sanciones veloces y certeras, aumenta la probabilidad de que cualquier delito conduzca al castigo, haciendo que el mal comportamiento sea una opción poco atractiva.

Lo que aquí se expone es un “modelo cívico de seguridad” requiriendo para su implementación que el Estado imparta cátedra de civismo en la educación primaria, porque es allí donde se forman en primera instancia las estructuras mentales; por otra parte, la policía debe realizar campañas de formación en civismo a través de los medios de comunicación, en las juntas de acción comunal, en los consejos de administración de propiedad horizontal y organizando grupos juveniles que promuevan el civismo en cada barrio y localidad. Para esto es necesario que todos los miembros de la institución den ejemplo y estén comprometidos con la implementación del modelo, todos deben tener la capacitación y estar fomentando en cada oportunidad el cambio hacia una actitud solidaria y cívica.

El contexto actual mucho más exigente inclusivo y participativo exige una capacitación acorde de los integrantes de la Policía,  de lo contrario, no es posible hablar de un servicio profesional y cívico. Hay que anotar, que la policía en su misión de conservar el orden social, al mismo tiempo lo reproduce.

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