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Analistas 14/09/2014

Se busca la masiva “brecha de habilidades”

Foto: John W. Adkisson/The New York Times
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Por ejemplo, a principios de este año Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, escribió un artículo en Politico junto con Marlene Seltzer sobre la supuesta brecha de habilidades que empezó diciendo: “Actualmente, casi 11 millones de estadounidenses están desempleados. No obstante, al mismo tiempo 4 millones de puestos de trabajo están sin ocuparse. Ésta es la ‘brecha de habilidades’; la brecha entre las habilidades que actualmente tienen los que buscan trabajo y las habilidades que los patrones necesitan para ocupar sus puestos abiertos”.

Por supuesto, siempre hay ofertas laborales abiertas y trabajadores desempleados. Las afirmaciones de una excepcional brecha de habilidades solo tendrían algo de justificación si el trueque entre desempleo y vacantes (la así llamada “Curva de Beveridge”) hubiera empeorado sustancialmente. Y durante un tiempo hubo muchas afirmaciones de que, de hecho, esto había pasado.

Pero algunos analistas sostienen que fue una mala lectura de datos; la Curva de Beveridge siempre se ve peor durante una recesión y las primeras etapas de la recuperación, y después regresa a la normal conforme procede la recuperación. Y sin dudas, los investigadores del Banco de la Reserva Federal de Cleveland han encontrado que el supuesto cambio en la Curva de Beveridge ha desaparecido.

Y, alentadoramente, en su informe (que puede leerse aquí: bit.ly/1uDeP9q) hasta se permitieron un poco de sarcasmo discreto y perdonable: “Observadores han seguido la Curva de Beveridge durante la recesión y la recuperación para deducir ciertas ideas sobre cambios estructurales potenciales en el mercado laboral”, escribieron los investigadores. “Sigue siendo debatible si una variación implica un cambio estructural (específicamente, una caída en la eficiencia de emparejamiento del mercado laboral). Sin embargo, una cosa es clara: para empezar no existe tal cambio”.

Simplemente inaceptable

El comentarista económico Chris Dillow recientemente presentó un buen punto en su blog sobre economía y quizás sobre los asuntos públicos, en general: a menudo hay una tendencia a creer en cosas simples que no son ciertas. Tal como lo dijo H.L. Mencken, “por cada problema complejo hay una respuesta clara, simple y equivocada”.

Pero frecuentemente también se da le caso que la respuesta es simple, pero la gente rehúsa a aceptarla. Esto es, la inversa de la proposición del Sr. Mencken también aplica: por cada problema simple hay una respuesta turbia, compleja y equivocada.

En su publicación , el Sr. Dillow usó como ejemplo el pronóstico del desempeño de las acciones; me encuentro pensando (¡sorpresa!) en macroeconomía. ¿Por qué la producción es tan baja y los puestos de trabajo tan escasos? La respuesta simple es demanda inadecuada; y toda la evidencia que tenemos es consistente con esa respuesta. Pero la Gente Muy Seria prácticamente se niega a aceptar esa sencilla respuesta: debe ser a causa de una fuerza laboral con habilidades incorrectas (¿entonces dónde están los mejores salarios para los trabajadores con habilidades correctas?); discrepancia geográfica (¿dónde están los estados con salarios en auge?); y así por el estilo.

La Gente Muy Seria insiste en que debe ser un problema difícil sin respuestas fáciles, cuando todo dice que la respuesta es “gastar más”, y punto.

Mucho de esto es político; las explicaciones del lado de la demanda no son convenientes para los que quieren usar la caída como excusa para desmantelar las protecciones sociales. Pero no creo que eso sea todo. Hay un profundo deseo entre la gente que quiere sonar seria a creer que los grandes problemas deben tener profundas raíces, y deben requerir muchas horas de solemne deliberación de paneles bipartidistas.

Entonces, ¿cómo se sabe si el discurso público sobre un tema está ignorando las complejidades o introduciendo complejidad gratuita? ¡Hagan su tarea! Realmente es así de simple.

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