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Analistas 08/03/2025

El futuro de los jóvenes: ¿Cómo llenar sus expectativas?

P. Harold Castilla Devoz
Rector General de Uniminuto
Padre-Harold-Castilla

La educación superior ha sido, históricamente, el camino más seguro hacia el éxito profesional, pero vivimos en una época en la que ella ya no es un pasaporte automático al éxito. En un mundo donde la incertidumbre económica, la automatización, el bono demográfico y la transformación digital están redefiniendo el mercado laboral, muchos jóvenes se preguntan: ¿Vale la pena estudiar una carrera universitaria si el empleo no está garantizado? Si esta realidad la unimos con lo que ha significado cerrarles las oportunidades debido a que no existe fomento económico por parte del Estado con ejemplos como los del Icetex, nos preguntamos ¿Cuál va a ser el talento humano competitivo para este país en los próximos años? y ¿Cómo puede la educación superior responder a sus expectativas y prepararlos para una sociedad impredecible?

Durante décadas, las Instituciones de Educación Superior, IES, han sido vista como el camino lógico hacia el éxito. Sin embargo, el mercado laboral ya no se impresiona solo con títulos; busca habilidades concretas. En este sentido, la educación superior debe evolucionar de ser un simple transmisor de conocimientos teóricos a convertirse en un espacio de formación en pensamiento crítico, creatividad, adaptabilidad y resolución de problemas. Los jóvenes no solo quieren aprender, también quieren hacerlo de manera útil y aplicada. Las IES deben fomentar experiencias prácticas, programas interdisciplinarios y metodologías de aprendizaje basadas en la experimentación y el emprendimiento. Las expectativas de los estudiantes han cambiado, no solo buscan adquirir conocimientos, sino también herramientas reales para insertarse con éxito en un mercado laboral competitivo. Los jóvenes no buscan solo un empleo, buscan un propósito. Por ello, la educación superior debe conectar la formación académica con los problemas reales de la sociedad. Las IES deben ofrecer espacios donde los estudiantes puedan trabajar en proyectos con impacto real, desde iniciativas comunitarias hasta startups tecnológicas con visión global. Para alcanzar este propósito, el sistema educativo está llamado a evolucionar de una visión tradicional y rígida a una realidad mucho más flexible donde los jóvenes aprendan a su ritmo, en formatos híbridos y con acceso a múltiples opciones de formación. La educación virtual, las micro-credenciales y la formación modular deben ser la norma, permitiendo que cada estudiante construya su propio camino según sus intereses y necesidades.

Teniendo en cuenta la visión holística de la educación superior, no podemos olvidar que el estrés y la ansiedad por el futuro son realidades que afectan a esta generación de jóvenes. Por ello, la educación superior no solo debe enfocarse en lo académico, sino también en el bienestar emocional de los estudiantes. Es fundamental fortalecer la orientación vocacional, el apoyo psicológico y el desarrollo de habilidades socioemocionales para que los jóvenes enfrenten la incertidumbre con resiliencia. Las expectativas de los jóvenes hacia la educación superior han cambiado. Ya no basta con ofrecer conocimientos técnicos; las IES deben transformarse en espacios que preparen para la incertidumbre, fomentando la creatividad, la adaptabilidad y el pensamiento crítico.

El reto es grande, pero si la educación logra alinearse con las aspiraciones y necesidades de los estudiantes, podrá seguir siendo un pilar fundamental en la construcción del presente y futuro del país.

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