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Analistas 26/02/2024

Nunca digas nunca jamás

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

En estos artículos suelo reflexionar sobre lo que tengo oportunidad de ver y conocer; pero pocas veces sobre mi faceta de empresaria, que comenzó con 23 años. Hoy quiero explicar cómo se pasa de crecer generando nuevas prácticas o explorando nuevos países a la opción de acelerar ese crecimiento vía adquisiciones.

Hay diferentes tipos de empresarios. En mi caso, al igual que todo mi equipo, al organizar nuestro tiempo estamos atrapados en una trampa: nos apasiona lo que hacemos, nos gusta aprender y nos entusiasma emprender proyectos. Ese espíritu nos impulsa a asumir desafíos empezando desde cero. No sabíamos hacer publicidad, ni marketing digital, ni cultura corporativa, ni comunicación interna, ni public affairs, ni consultoría de sostenibilidad, ni gestión de reputación, ni employer branding. Aprendimos e innovamos hasta ser líderes en muchos de esos sectores.

La base del éxito es escuchar hasta comprender a nuestros clientes, a la sociedad y a los grupos de interés para poder anticipar la posición de las compañías en cualquier estrategia de comunicación, negociación o crisis.

Nuestra seña de identidad como consultoría global de comunicación y posicionamiento estratégico es, desde la diversidad y distintas perspectivas, analizar las situaciones por complejas que estas sean hasta desentrañar todas las variables y tener una respuesta para cada una de ellas.

Nuestra obsesión es integrar diferentes habilidades de escucha social, incorporando sociólogos, psicólogos, antropólogos, periodistas y comunicadores. También contamos con políticos de gran experiencia expertos en seguridad y geoestrategia.

Geográficamente, también empezamos de cero: primero Barcelona; a los seis meses, Madrid. Luego Lisboa, Galicia. Valencia o Bruselas. Y hace ya 13 años llegamos a Latinoamérica, donde hoy operamos en doce países. En total, 15 mercados en los que tuvimos que aprenderlo todo hasta llegar a ser competitivos.

Y así crecía nuestra empresa, movidos por la aventura de crear, luchar, investigar e, incluso, equivocarnos y rectificar. Sin embargo, cuando creamos un Consejo Asesor, uno de sus miembros (mi amigo Javier Vega de Seoane) nos planteó en la primera reunión por qué no comprábamos otras compañías. Su argumento era un reto: cuando una empresa tiene un balance como el nuestro es que tiene más dinero que ideas y si de verdad tenemos una visión global de todo lo que puede aportar la comunicación empresarial no podíamos renunciar a crecer inorgánicamente.

Nuestra reacción fue pensar que estaba equivocado, que éramos diferentes. Pero acabamos pasando de la negación a la aceptación. Tenía razón y nos pusimos en marcha. Y eso sí que era nuevo y difícil para nosotros. Tardamos 18 meses en cerrar el primer acuerdo. Pero todo se aprende. En poco más de año y medio hemos cerrado seis operaciones, la primera fue la adquisición de la división digital de Apple Tree en Colombia y la última la semana pasada en Uruguay.

Ya hemos aprendido a crecer inorgánicamente. Cuando un proyecto es sólido, hay buen equipo, una buena cultura, y unos objetivos comunes, la adquisición es una vía que te permite crecer más rápido; sin renunciar a nuestra forma de entender la comunicación. Al mismo tiempo, te enriqueces con el talento y la ilusión de las nuevas personas y equipos, que pasan a formar parte de una compañía que les acoge con la misma actitud. Este es nuestro aprendizaje y la prueba de que si un producto funciona, si lo que hacemos tiene interés y creemos en nosotros mismos, el crecimiento inorgánico permite ir más rápido en un mundo acelerado.

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