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ANALISTAS 06/03/2025

Lo que nos duele a las mujeres

Natalia Zuleta
Escritora y speaker
Natalia Zuleta

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer es siempre una fecha especial para llamar la atención sobre diversos temas de género. Hoy no quiero hablar de cifras y estadísticas o de equidad. Hoy le quiero hablar a todas las mujeres desde mi corazón roto para que reflexionemos acerca de esos dolores escondidos que se cuelan por la sangre, que nos hacen sentir vacío en el estómago, dolores de cabeza y presión en el pecho. Porque en ese proceso de sanación que inicio esta semana he sentido desde mis entrañas el dolor de muchas mujeres que como yo nos vestimos de fortaleza y valentía cada mañana, pero que en el fondo andamos por el mundo con un corazón frágil y compasivo. Compasión por todos y todo menos por nosotras mismas.

Esta no es una declaración de despecho, jamás dejaría a la suerte mi espacio de escritura para albergar penas. Lo que siento hoy es una necesidad inminente de hablar de esos dolores silenciosos que guardamos las mujeres. Dolores que vienen de heridas profundas muchas veces ancestrales. O dolores huérfanos y sin nombre que se enquistan en la piel. Dolores recientes que se sienten en carne viva para recordarnos que la existencia es un constante vaivén entre lo que suma y lo que resta.

Y lo hablo desde mi corazón después de experimentar el vacío que se siente tras una ruptura en el amor. Al reflexionar sobre qué cosas necesitaría para sanar, más allá de las herramientas espirituales que he cultivado por años, encuentro una voz que me dice que no estoy sola y que mis emociones están conectadas con millones de duelos femeninos a nivel universal que flotan en el aire como una especie de energía cósmica. Y es que la intuición femenina es una de las mayores fuerzas naturales que existen, pero que usualmente obviamos. Las mujeres tenemos la grandiosa capacidad instintiva de sentir con una intensa plenitud todo lo que nos pasa. La mal llamada histeria femenina o síndrome menstrual o menopáusico no son más que movimientos energéticos poderosos que nos conectan aún más con una sabiduría interior muy rica.

Muchas veces siento que el discurso del género y la igualdad se han agotado en frías estadísticas que buscan reivindicar nuestros derechos en un sistema social, político y económico que cada vez entra más en decadencia. Eso le quita valor y poder al discurso. El mundo necesita nuevas narrativas, historias y miradas divergentes y amplificadas del potencial humano. Las mujeres tenemos mucho que redescubrir y contar. Nuestros dolores y batallas no nos hacen víctimas, sino diosas en el sentido más antiguo y filosófico de la palabra.

Nos da miedo reconocer nuestra vulnerabilidad como un terreno fértil para la evolución y el crecimiento. También nos hemos desconectado en muchas ocasiones de nuestras heridas y dolores pues creemos que al dejarlas quietas sanarán por sí solas. No nos damos cuentas que al dejarlas a la suerte se convierten en cadenas que nos atan un pasado que debemos trascender.

Sin embargo, hay esperanza porque vivimos en una era en la que se están catapultando grandes cambios. Todo toca fondo antes de renacer, de reinventarse, de resurgir. Y para que esto ocurra, la claridad que nos otorga la vida y que proviene de nuestra conciencia, nos puede llevar a revisitar esos dolores para entablar un diálogo con ellos y sanarlos.

En el mindfulness tenemos una grandiosa herramienta que se llama Rain. Un acrónimo que en inglés significa recognize (reconocer), allow (permitir), investigate (investigar) y nourish (nutrir). Considero que como paso previo a Rain es indispensable hacer un inventario de nuestros dolores guardados.

Dolores de batallas perdidas, de relaciones fallidas, dolores de seres queridos muertos, dolores de fracasos laborales, dolores que vienen del miedo a intentarlo y otros de vivir en la inercia. Dolores del maltrato a veces físico o psicológico. Dolores de sentir que ser mujer es una carta que hay que jugar para ganar la partida. Dolores de la guerra y el olvido.

Habrá muchos dolores más, que seguro ustedes sabrán ponerle nombres. Yo me reservo algunos de mi inventario para hoy compartirles el final de una relación. Con este artículo quiero honrar mi corazón roto para sanar y con ello contribuir a la sanación de las heridas colectivas de todas las mujeres del planeta. Feliz Día de la Mujer.

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