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Analistas 14/08/2017

Las apariencias sí cuentan

María Fernanda Hernández
Experta en lujo internacional
Analista LR
La República Más

La mayoría de nosotros adquirimos conocimiento empírico acerca de cómo liderar una empresa y un equipo de trabajo, y buscamos ayuda de profesionales. Hay cursos de Management de todos los colores y sabores. Cubren temas muy interesantes, el trabajo en equipo, la resolución de conflicto, finanzas, estrategia… pero me llama la atención que no incluyen una cuestión fundamental, la presentación personal.

Todos hemos conocido esa persona dedicada y talentosa en el trabajo, motivada y con ideas, pero cuya imagen no le ha permitido escalar en la organización. Y es que como sociedad aprendemos a vestirnos solos, a punta de prueba y error frente al espejo. Tenemos de guía las celebridades o revistas, nuestros pares, nuestros amigos y nuestra familia.

En la mayoría de las industrias existe un código implícito acerca del grado de formalidad requerido, sobre todo en las profesiones que lidian con la plata, el futuro y la familia de los demás. Estas labores implican inspirar confianza y credibilidad por lo cual tienden adoptar atuendos más conservadores y tradicionales. Pero aún dentro de ese marco el campo de maniobra es inmenso, el tamaño de la solapa en el saco de los señores o el alto de la falda de las mujeres pueden hacer una gran diferencia.

En cambio, los oficios más creativos requieren salirse de lo tradicional y ser mas innovador y creativo. La interpretación de esto abre la puerta a excentricidades que pueden llegar a ser contraproducentes y pasar de comunicar originalidad a dejadez.

Es un reto particularmente complicado para los nuevos emprendedores, pues con el cambio de estatus de empleado a independiente deben inspirar, generar confianza y construir una credibilidad. Muchas veces han cambiado de sector y no entienden los códigos a la hora de relacionarse con clientes potenciales, candidatos o inversionistas.

A la hora de la verdad no es tan complicado. El problema se reduce a diseñar su imagen personal como una estrategia para ser efectivos e inspiradores. Deben analizar cómo son percibidos y cómo quieren que los perciban, su atuendo es su imagen de marca. Un líder no es líder a menos que los demás lo reconozcan como tal.

Para un emprendedor que no tiene que buscar empleo, tener un look que lo caracterice es una herramienta poderosa que lo hace diferente, reconocible. Ese era el caso de Steve Jobs con su sweater negro y sus zapatos New Balance, Mahatma Gandhi con su túnica blanca o Iris Apfel con sus gafas grandes y accesorios coloridos. No importa la nacionalidad o el sector, son personas que con solo verlas reconocemos su mensaje al mundo, sabemos quiénes son (o creemos saber quiénes son), y eso inspira confianza y respeto.

Los lideres lideran dando ejemplo, por lo tanto, su imagen profesional se vuelve una política de presentación personal implícita. De ahí que los gerentes deben en función de sus objetivos escoger qué quieren se asocie a su imagen, quieren verse confiables, expertos, autoritarios, accesibles, creativos, inspiradores, en fin, la lista es interminable. Definir el mensaje que quieren enviar al mundo, tomar medidas para comunicarlo y ser consistentes.

Es un tema al cual no se le da la importancia que amerita en el desarrollo profesional, no por nada las celebridades y figuras públicas contratan profesionales de imagen. En el mundo real nadie habla del tema, es demasiado personal tal vez, o somos demasiado sensibles al respecto. Lo cierto es que es una barrera que debemos superar y ninguno nacimos aprendidos ni con manual de instrucciones.

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