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Analistas 24/08/2020

EPM: golpe a la confianza

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

El tejido público-privado en Colombia se ha construido durante décadas, una labor de paciencia, tiempo y dedicación que ha supuesto construir puentes de confianza que no podemos destruir de un solo plumazo. La crisis desatada en EPM -por inmadurez, precipitación, inexperiencia o mal asesoramiento o lo que sea- crea un ambiente desagradable y de suspicacias que de nada sirven en medio de una coyuntura de extrema delicadeza, con la sociedad atemorizada por una pandemia, el país a las puertas de una recesión y la empresa ante el mayor desafío de su historia.

La interacción entre los sectores público y privado ha traído enormes beneficios en Antioquia, ejemplo nacional de trabajo mancomunado en el fortalecimiento de las instituciones y donde la empresa es reconocida por su sensibilidad frente a los asuntos de la región, ejerciendo una influencia positiva en los órganos consultivos de las corporaciones públicas y contribuyendo a su eficiencia y transparencia.

No hay duda de que los bienes públicos son sagrados y hay que defenderlos con hechos, no con insinuaciones, con datos contundentes y no amañados. Será determinante el manejo que se le dé, de ahora en adelante, porque la situación dejó profundas heridas y fracturas que hay que subsanar por el bien de Antioquia y del resto del país.

No es un dato menor el hecho de que la firma Fitch Ratings redujera la calificación de la empresa, al día siguiente, a bbb-, la más baja posible para grado de inversión, lo cual lleva intrínseco el mensaje de que la empresa tiene alto riesgo e implica el encarecimiento de los créditos. También los bonos de EPM se desplomaron, lo que significa pagar intereses más altos.

Su imagen nacional y en el exterior ha sido impactada y solo se recuperará con buen gobierno, con integrantes de junta que contribuyan a acciones transparentes y responsables. Mejor tener una junta crítica y proactiva que una de amigos que aprueban sin pestañar la gestión de su aliado. Lo que se necesita ahora es claridad, con mensajes consistentes, antes de hacer pronunciamientos ligeros o difundir información parcial o fuera de contexto.

Por ejemplo, el Alcalde no puede decir que no era su junta: a cinco de ellos los había nombrado en enero y los otros tres venían de la asociación de usuarios, los gremios económicos y las universidades. Renunciaron porque, si se quedaban, aceptando que la empresa demandará por Hidroituango, cuando ya había un acuerdo que señalaba los sucesos en cuestión como algo no previsible, resultaría un contrasentido. Y si como consecuencia de ello hubiera un detrimento patrimonial, más adelante serían responsables, por lo que era más sensato declinar al puesto.

Además de intentar revertir la situación de desconfianza, lo que tenemos que impedir es que lo sucedido en EPM se extienda a otras ciudades, o sea aprovechado por líderes populistas con pretensiones electorales, justo cuando lo que necesitamos es consolidar el binomio público-privado que tan buenos resultados ha dado y que necesitamos para el desarrollo del país.

El gobierno corporativo establece compromisos autorregulatorios y crea una cultura empresarial fundamentada en el sentido común, la ética y la transparencia, un equilibrio entre la propiedad y la gestión que garantice su sostenibilidad y crecimiento. Con la desconfianza manifiesta hemos dado un gran salto hacia atrás.

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