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Analistas 03/09/2025

La cacería en el zoológico

Esta semana el Gobierno anunció la tercera reforma tributaria de su cuatrienio. El ministro de Hacienda, con sonrisa de prestidigitador, anunció que la meta es recaudar $26,3 billones para financiar un presupuesto de $557 billones en 2026. Por mucho menos incendiaron al país hace cuatro años, pero esta vez, con la excusa de que se trata del gobierno del “cambio”, sienten que pueden exprimir a los contribuyentes hasta dejarlos como limón de taquería.

Las posibilidades de que la reforma sea aprobada en el Congreso son muy bajas, pero esto poco les importa. Con cualquier pretexto decretarán, como ya lo hicieron recientemente, un estado de excepción y resucitarán las propuestas tributarias fallidas jugando a que la parsimonia alcahueta de la Corte Constitucional les permitirá consumar el desafuero.

La estrategia es de una originalidad torpe: se trata de cazar en el zoológico. No hay necesidad de rastrear en la selva de la informalidad ni de inventar mecanismos para ampliar la base tributaria. Qué pereza. Más fácil cerrar las puertas del parque, apuntar el rifle y disparar contra los mismos leones, jirafas y elefantes: empresarios, profesionales, clase media, bancos, cerveceros y hasta las iglesias. Todos enjaulados, todos a tiro fijo. Una proeza de valentía fiscal.

El truco, sin embargo, se irá desgastando. La tributaria es apenas un chorrito de agua frente al incendio del déficit. El problema no es que el Estado recaude poco, sino que gasta mucho. El Carf advirtió que faltan $45,4 billones adicionales para cuadrar las cuentas. O sea: ni con esta sangría se tapa el hueco. Pretender montar un estado de bienestar al estilo europeo con ingresos de país subdesarrollado -después de liquidar por capricho ideológico la industria de hidrocarburos que era nuestra principal fuente de recursos fiscales- no es posible. Nuestra economía es cuatro veces más pequeña que la de España, siete veces la de Italia y ocho veces la de Francia, con una población más o menos igual de grande.

El Presupuesto de 2026, inflado y desfinanciado, es un monumento a la irresponsabilidad fiscal. Un homenaje al gasto desbordado y los subsidios eternos ¿La solución? En vez de recortar grasa, vender activos o imponer disciplina, el Gobierno prefiere estrujar a los de siempre. Al 60% de la economía colombiana que opera en la informalidad poco le importarán estados debates sobre bases tributarias y tasas si igual no van a pagar un centavo. Al operario de la draga que destruye el río para minar oro ilegal, digamos, le tiene sin cuidado si el IVA es exento o excluido.

Lo peor del asunto es que la recaudación extra, de darse, ni siquiera servirá para inversión social o infraestructura. Todo se irá en pagar deuda e intereses, un ciclo perfecto en el que el colombiano paga más para que en Wall Street celebren.

Gustavo Petro acabó de cobrador de cartera externa; los banqueros internacionales deben estar felices. La tributaria de 2025 no es una reforma: es un disparo en el zoológico. Y ya sabemos quién termina recibiendo la bala.

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