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Analistas 02/02/2022

¿Guardianes o Verdugos?

Para este semestre la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes ha lanzado una cátedra electiva bautizada con el provocativo nombre de “¿Guardianes o verdugos?: El papel de las entidades de control en la democracia colombiana”.

La verdad no sé cuál sea el currículum del curso, pero el solo hecho de que se esté dictando y que su título tenga un interrogante de por medio dice muchas cosas. Dice, por ejemplo, que algunas personas consideran que los entes de control pueden ser el flagelo de la democracia colombiana y no sus protectores, como lo establece el enrevesado diseño constitucional colombiano modelo 91, y que, como lo dice la nota de presentación de la cátedra, y cito, estos “parecen operar de manera arbitraria, parcializada e injusta y de manera inconsistente con su misión, mientras otros actos ostentosos de corrupción quedan impunes”. O sea, que los entes de control, en opinión de quienes organizan esta cátedra, pueden ser tan corruptos como los corruptos que dicen combatir.

Esta, ciertamente, es una apreciación que comparten muchas personas, entre ellos 63,2%, 55,1% y 53,4% de los colombianos que tienen una imagen desfavorable de la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría, respectivamente, según una reciente encuestas de Invamer.

¿Por qué se ha llegado a esta situación? Quienes hemos tenido la responsabilidad de defender a los entes de control en tribunales internacionales sabemos que no hay respuestas fáciles. En estas instituciones laboran muchas personas que intentan con dedicación y con esfuerzo cumplir, con la mejor voluntad, sus funciones.

Sin embargo, entes de control como los que existen en Colombia no existen en ninguna parte del mundo. La Procuraduría, por ejemplo, venerable ente creado por el Libertador, resulta tan exótica que su concepto no tiene traducción en otro idioma; la Contraloría, la oficina encargada del controlar el dinero público tiene más presupuesto y más personal que la Dian, que es la oficina encargada de recolectarlo; y la Fiscalía, el ente acusador copiado del modelo gringo, logra condenas en menos de la mitad de los casos imputados y tiene contingencias fiscales por privación injusta de la libertad que valen varias reformas tributarias.

Las condenas internacionales en contra del Estado se dan porque, según los tribunales extranjeros, la arquitectura institucional de los entes de control no cumple con los estándares internacionales de protección de los derechos humanos. Cierto o no (yo personalmente considero que este es un tema de soberanía), existe una verdad de a puño: entre más funciones y presupuesto se les han asignado, menores resultados han ofrecido.

Es hora de que se le haga una reingeniería a los entes de control, no que les borré de un tajo como proponen algunos candidatos presidenciales. Tal vez con menos burocracia, menos sobre extensión y más autocrítica podremos tener unos entes de control que cumplan la promesa constitucional de acabar con la corrupción y no que sean sujetos de incómodas disquisiciones académicas que ponen en duda su razón de ser.

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