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El Gobierno ha realizado, de forma “exitosa”, durante lo corrido de 2025, canjes de deuda interna y externa. En cuestión de meses, el director de Crédito Público, ante la estrechez de caja del Tesoro Nacional, como si se tratara de Mandrake el mago de Lee Falk, sacó su varita mágica y produjo ríos de efectivo. Pero, como sabemos que la magia no existe y que todo se trata de ilusiones, creó problemas adicionales.
En cuanto a la deuda interna, ahora contamos con una tasa de interés más alta, mayor endeudamiento y un incremento en el gasto por intereses. El Gobierno cantó victoria, aun cuando el Comité Autónomo de la Regla Fiscal advirtió que se trataba de un efecto contable.
La operación es perniciosa en dos frentes: la compra de deuda interna con descuento y el aumento en la tasa de interés. En palabras sencillas: cuando se emitió la deuda anterior, esta tenía un valor con descuento. Ahora se compra ese papel con descuento, para lo cual se emite una nueva deuda por el valor total, lo que genera recursos inmediatos por la diferencia. Adicionalmente, esa nueva deuda tiene intereses mucho más altos.
Lo inaudito es que nos estemos endeudando más y más caro, en lugar de realizar recortes de gasto que hagan viables las finanzas públicas. Para completar, el Gobierno, por su mal manejo, les arma un negocio a los mismos bancos que tanto critica.
Como efectos secundarios lógicos de esta mala estrategia, el Gobierno está encareciendo la deuda de todos los actores de la economía y drenando el crédito. Por un lado, si el Gobierno paga su deuda a una tasa X, esa tasa se convierte en referencia para los créditos a actores públicos y privados. Por eso, no es culpa del Banco de la República que la tasa de intervención no esté bajando, sino del Gobierno, que presiona la inflación mediante un gasto excesivo y eleva la tasa comercial de referencia del mercado. Por otro lado, la liquidez del sistema se está escapando por el sifón del Gobierno, en lugar de dirigirse hacia actividades privadas productivas.
La cereza del pastel fue la emisión de bonos soberanos externos denominados en euros y otras operaciones de cobertura (“swaps”) en francos suizos. Estas operaciones se realizaron para reemplazar deuda en dólares, con tasas superiores al 7%, por deuda con tasas más bajas, lo que, en principio, es positivo y generó una liberación de caja en el corto plazo.
El problema es que, estructuralmente, se generaron riesgos cambiarios mayores en el corto y mediano plazo y, en muchos de los casos, se reemplazaron obligaciones de largo plazo por obligaciones con vencimientos más cercanos, que deberá enfrentar el próximo gobierno.
Esto también ha provocado una monetización de mayores flujos de dólares, lo que ha presionado adicionalmente la revaluación del peso, parte de una aparente estrategia para disminuir la deuda total en relación con el PIB mediante la apreciación de la moneda. Definitivamente, los de Crédito Público son unos magos muy recursivos, pues, por arte de magia, terminaron pateando el problema hacia adelante.
De la Espriella cree que puede ganarle a Cepeda porque puso cinco millones de firmas en la Registraduría. Lo hizo también Vargas LLeras y sacó 1.2 millones de votos siendo Gobierno
Esta tendencia abre a las empresas una nueva forma de llegar al cliente y, más importante todavía, un cambio de paradigma a la hora de analizar y abordar el mercado