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Analistas 07/02/2025

Un futuro sin trabajo

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

Desde la Revolución Industrial en el siglo XVIII, la humanidad ha experimentado cambios drásticos en la manera en que trabaja. La mecanización reemplazó la mano de obra en muchas industrias; Con el tiempo, la adaptación y la creación de nuevos sectores económicos demostraron que el ser humano no es completamente reemplazable, sino que su rol evoluciona. Hoy, la Inteligencia Artificial, IA, representa un cambio similar al que trajeron las máquinas en el pasado y la humanidad debe prepararse para este nuevo reto.

Un amigo emprendedor está desarrollando un startup con la visión de reemplazar los tradicionales call centers mediante IA. Su propuesta promete reducir costos empresariales en más de 20%, eliminando la necesidad de empleados humanos en la resolución de inquietudes básicas y la realización de operaciones simples. No es una idea descabellada: según un estudio de McKinsey & Company, para el año 2030 hasta 30% de las tareas laborales podrían ser automatizadas. Ya empresas como la india Dukaan han reemplazado a 90% de su personal de atención al cliente con chatbots impulsados por IA, logrando mejoras significativas en eficiencia y tiempos de respuesta.

La automatización de trabajos no es nueva, pero la IA introduce un nivel de sofisticación inédito. En el pasado, las máquinas reemplazaban labores físicas, mientras que hoy sustituyen tareas cognitivas repetitivas. Los chatbots y asistentes virtuales ya son una realidad en empresas de telecomunicaciones, bancos y comercio electrónico, capaces de atender miles de consultas simultáneas con respuestas precisas y sin necesidad de descanso. Esto ha permitido a empresas como Amazon y Alibaba optimizar sus servicios al cliente mientras reducen costos.

Sin embargo, el temor al desempleo masivo es recurrente. Al igual que en la Revolución Industrial, muchas personas creen que el avance tecnológico dejará sin empleo a millones de trabajadores. Este fenómeno no es diferente a lo que sucedió con los artesanos textiles en el siglo XVIII, quienes fueron reemplazados por telares mecánicos. En ese entonces, la revolución no eliminó el trabajo, sino que lo transformó. Los trabajadores dejaron de hilar manualmente y pasaron a operar máquinas, generando nuevas profesiones en la industria. Hoy, la IA también requiere supervisión, mantenimiento y desarrollo, dando origen a ocupaciones como ingenieros en machine learning, especialistas en experiencia del usuario y analistas de datos.

La IA no sustituye la creatividad, la empatía ni la toma de decisiones complejas, características intrínsecamente humanas. Un chatbot puede responder consultas estándar, pero en situaciones que requieren comprensión emocional o resolución de problemas avanzados, la intervención humana sigue siendo indispensable. En el ámbito médico, por ejemplo, las IAs como IBM Watson pueden analizar datos y sugerir diagnósticos, pero la decisión final sigue en manos de los doctores.

La inteligencia artificial, al igual que la Revolución Industrial, está redefiniendo el panorama laboral; creando nuevas oportunidades que demandarán habilidades distintas. La clave no está en temer al cambio, sino en adaptarse, aprender y aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar la productividad y calidad de vida. La historia ha demostrado que el ser humano no puede ser reemplazado en su totalidad, solo reconfigurado en un mundo en constante evolución, de hecho, la revolución industrial volvió más suave el trabajo físico, evitando accidentes y enfermedades, esta nueva revolución puede llevar ahora el pensamiento a límites de ciencia ficción.

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