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Analistas 02/09/2022

Masacres en la puerta

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

Han transcurrido varias semanas con distintos hechos de violencia en Colombia, desde descuartizamientos hasta masacres en distintos puntos y todo indica que es fruto de peleas internas por el narcotráfico, flagelo que no cesa de crecer en el país.

De los anteriores hechos preocupan especialmente tres temas: el primero de ellos es la aparente indolencia de los colombianos; ha sido tanta la violencia que pareciera la sociedad se acostumbró a estos hechos atroces y está convocada, primero, una marcha contra la reforma tributaria que, por la ola de asesinatos; la falta de solidaridad dice bastante de la sociedad que tenemos.

El segundo tema es la pasividad con que los gobernantes locales asumen las matanzas, la más fácil es culpar a la Policía y a la justicia sin reconocer obligaciones propias como lo hace la mandataria de la capital. Otros, ni siquiera se pronuncian al respecto y solo esperan órdenes del gobierno central, desconociendo que ellos también son jefes de la seguridad en sus territorios.

El tercer tema y el más grave es que al narcotráfico sencillamente no se le está combatiendo; con la detención de las aspersiones aéreas durante el gobierno Santos, los cultivos empezaron a crecer dramáticamente, después Duque no tuvo el valor de reiniciarlos ante las trabas legales y el presidente actual sencillamente acabó el programa de erradicación de cultivos. Las consecuencias serán terribles puesto que en los países productores de narcóticos su principal problema es el orden público.

La idea de la legalización es imposible sin un cambio de política pública a nivel mundial, la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Ungass) no modificó su posición en el 2016 y la lucha contra el narcotráfico sigue siendo punitiva; Estados Unidos, el principal aliado comercial de Colombia, vigila los cumplimientos con la certificación de la lucha, el país durante el gobierno de Samper no la tuvo y después de él la ha mantenido. Un país descertificado enfrenta varias sanciones: pierde cooperación internacional por parte de Estados Unidos, se enfrenta al voto negativo en los bancos multilaterales de desarrollo y se somete a la pérdida de inversión extranjera por las posibles sanciones a las compañías que inviertan, entre otros.

Otro problema es que de no volver a combatirse el narcotráfico de manera contundente, la cultura de la vida fácil se seguirá apoderando de la población, al tiempo que se incrementará la violencia. Como país productor las bandas se enfrascarán en una espiral de asesinatos por el control de los territorios, ya nada impedirá que sigan menoscabando la pobre seguridad ciudadana.

Para los ambientalistas el panorama no será mejor, nada contamina más que la producción de cocaína, ni siquiera la minería que tanto atacan. Colombia está nadando en coca y aquello trae violencia, la ciudadanía debe dejar la indolencia y comenzar a exigir acciones, antes que las masacres lleguen a las puertas de las casas.

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