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Analistas 09/06/2023

La negación de la realidad

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

De tumbo en tumbo la presidencia de Colombia va a cumplir un año de gobierno, cada semana sale un escándalo nuevo que opaca el anterior, los pocos logros económicos son aplaudidos y las peleas mal casadas aumentan. Sin embargo, cuando este gobierno se ve envuelto en una crisis y se revelan presuntos actos de corrupción, salen a la calle miles de seguidores con el fin de apoyar al presidente.

El olvido de la realidad y el seguimiento fanático por un líder no es exclusivo de Colombia y los ejemplos más drásticos se encuentran en la historia; en tiempos recientes hay dos casos que ilustran dicho problema. En Brasil el fenómeno de la fe ciega por el gobernante se hizo evidente durante el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil. A pesar de las denuncias de corrupción que rodeaban su administración y su destitución posterior por un proceso de impeachment, una parte significativa de sus seguidores se aferró ciegamente a la defensa de su líder, negando los hechos y alimentando la polarización en el país. Este fanatismo obstaculizó el necesario debate sobre la corrupción y dificultó la construcción de una sociedad más transparente y justa.

Argentina es otro triste ejemplo; Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, surgieron denuncias de corrupción que involucraban a altos funcionarios y empresarios. Sin embargo, muchos seguidores de la entonces presidenta rechazaron estas acusaciones y las calificaron de conspiraciones políticas. Este fanatismo impidió una investigación imparcial y retrasó la rendición de cuentas, dejando un manto de dudas en donde hasta hubo una muerte y la confianza en las instituciones se vio mellada.

El fanatismo es malo en cualquier aspecto; En Colombia la crisis actual plantea un desafío similar. A pesar de las evidencias que indican posibles ingresos ilegales a la campaña presidencial y la entrega de burocracia a los partidos, muchos seguidores del gobierno se niegan a aceptar la realidad y continúan respaldando ciegamente al gobierno de turno.

Este fanatismo en este caso por un gobierno o una ideología dificulta el avance hacia una sociedad más transparente y justa pues la negación lleva al ataque a cualquier disidencia y lo peor, desprestigian a los medios de comunicación y a los mismos entes de control que con valentía denuncian los hechos. La ceguera ideológica ante cualquier gobierno representa un obstáculo para el progreso y la consolidación de una sociedad basada en principios éticos y democráticos. La situación actual en Colombia, demuestra que se puede entorpecer el debate público, obstaculizar la rendición de cuentas y erosionar la confianza en la misma prensa.

Es inadmisible que las reformas se sigan debatiendo en el Congreso, ante los escándalos está primero aclarar la verdad; las marchas, las amenazas del presidente, solo torpedean cualquier reconciliación y debate; si este gobierno se muestra como el independiente y el distinto, es fundamental que fomente el espíritu crítico y constructivo en la ciudadanía, donde se priorice la verdad y la justicia por encima de cualquier lealtad partidista. El problema es que parece una vez más prevalece el revanchismo y la megalomanía, ante ese panorama tendremos polarización y sobre todo graves consecuencias económicas.

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