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Analistas 03/08/2017

El agro y la competitividad

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

Charlando con un productor de panela hace unos meses, señaló que sin los subsidios del gobierno era imposible mantenerse en el sector. Y se mostraba reacio a renunciar a todo tipo de subvención del gobierno. En la charla terminó diciendo que sin los subsidios, el sector estaba destinado a quebrar.

En Colombia los subsidios a las actividades agrícolas se dividen en bastantes sectores; la mayor porción se la lleva el café, los lecheros y ganaderos, seguidos por otra cantidad de productos como el cacao, la panela, el maíz, las flores, etc. Casi se puede decir que nuestros símbolos patrios en materia de producción, llevan una subvención del Estado.

Ante este panorama, ¿Será realista producir sin la intervención del gobierno? A primeras luces parece imposible para un país en desarrollo, aquejado por un estancamiento económico y ad portas de un proceso de paz en el cual pocos colombianos creen según las encuestas.

Una de las mayores quejas es que las importaciones están quebrando el agro. A ello hay que preguntarse ¿Por qué prefieren los empresarios importar alimentos a comprarlos o producirlos dentro de Colombia? La respuesta es sencilla: porque salen más económicos, y el menor precio termina repercutiendo en el bolsillo de todos los colombianos.

Por otro lado, al ahondar en las preocupaciones de los sectores, señalan que uno de los grandes problemas es: la falta de infraestructura en el país, que lleva a encarecer excesivamente los costos de transporte, y con él los productos. Bastante producción campesina aún se sigue portando a lomo de mula y a pie por las deterioradas vías terciarias. Después, las vías principales no mejoran y las condiciones encarecen los productos. Por eso, aunque parezca imposible, el maíz sale más barato traerlo desde Canadá o Estados Unidos que comprarlo dentro del país; de ahí que, intuitivamente, habría que pensar en una mayor inversión en infraestructura antes que en la creación de nuevos subsidios para los sectores.

Un segundo elemento es el alto costo de los productos químicos que se necesitan en el sector agropecuario como en el de la panela. En la charla inicial con el productor, dijo que lo más caro eran los insumos para fumigar pues eran importados. Aquí habría entonces que revisar mejor cuántos impuestos están pagando los agricultores por producir dentro del País.

Dejar de subvencionar el agro en Colombia no es un reto fácil, miles de colombianos aún dependen de este sector. Lo preocupante es ver cómo perdemos competitividad en otra “locomotora” que nunca arrancó. Adicional a este problema se acerca el de la redistribución de tierras acordado en la Habana, en donde por ningún lado se menciona la productividad y la eficiencia, sino la sola redistribución, cómo si solo eso fuera suficiente para acabar con la pobreza y el estancamiento del sector. Lo complicado es que la falta de competitividad y de eficiencia, así como los subsidios, la pagan todos los días los colombianos “de a pie.”

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