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Analistas 06/12/2022

De Oslo a Dubai

Que tienen en común Noruega y los Emiratos Árabes Unidos. A simple vista nada. Uno es frío y el otro es caliente. Unos son cristianos y los otros son musulmanes. Uno es una democracia parlamentaria y el otro es una monarquía. Sin embargo, si acercamos la mirada, nos daremos cuenta que tienen algo muy importante en común: su pragmatismo económico y su interés por mejorar el bienestar de su pueblo. Esta coincidencia se fundamenta en la riqueza petrolera de ambas naciones.

Estos dos países son un gran ejemplo de cómo se debe manejar responsablemente la prosperidad de los recursos naturales. Ambas naciones decidieron en los albores de su auge petrolero, que lo usarían para financiar su estado bienestar y cimentar las bases de su economía post petrolera. En ningún momento se les ocurrió despreciar el regalo que les dio la naturaleza. Por el contrario, constituyeron unos fondos soberanos de inversión que tienen como propósito crear valor de largo plazo para las nuevas generaciones. El de Noruega es el Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega y el de los Emiratos es el Abu Dhabi Investment Authority. En ellos se depositan los excedentes de riqueza producida por los ingresos derivados de la extracción de hidrocarburos. No es accidental que ambas naciones tengan unos de los ingresos per capita mas altos del mundo. Para ambos países es claro que están en un cuarto de hora petrolero y que deben aprovecharlo antes de que el mundo se descarbonice. Aunque ese momento parece estar aún lejos.

El ocaso del petróleo no está tan cerca como el fanatismo verde nos quiere hacer creer. Según la Opep, aunque el petróleo perdería relevancia dentro de la mezcla energética, en el mediano plazo seguirá creciendo. Las cifras del cártel indican que a nivel global se consumen aproximadamente 95 millones de barriles de petróleo al día, lo que corresponde aproximadamente al 30% de la demanda global de energía. Para el 2045 la organización estima que la demanda mundial de petróleo aumentará hasta los 110 millones de barriles al día. Desafortunadamente para los activistas ambientales, el petróleo no perderá por ahora su papel como principal fuente de energía del planeta.

Llama la atención el contraste con nuestro gobierno actual, que desprecia el petróleo por un dogmatismo progresista basado en verdades a medias. Según ellos, Colombia debe dejar de producir petróleo para salvar al planeta, aunque eso le cueste a los colombianos perder su tiquete de salida de la pobreza. Esto a pesar de que Colombia aporta menos de 0,5% de los gases de efecto invernadero (GEI) del mundo. Si Colombia no vende petróleo alguien más lo va a hacer, en cuyo caso no vamos a salvar nada pero si vamos a fabricar una crisis económica que afectará a los mas vulnerables. Las cifras son contundentes. El petróleo y el carbón representan aproximadamente 50% de las exportaciones de Colombia y cerca de 15% de los ingresos fiscales del gobierno.

Si muchos países replicaran el capricho ideológico de nuestro gobernante, habría una aumento brutal del precio del petróleo, empobreciendo en el proceso a miles de millones de personas. Se pondrían en peligro muchos sectores que usan derivados del petróleo como el agrícola, el químico, el farmacéutico y el textil. Colombia no debe sacrificar la erradicación de la pobreza y el desarrollo económico para hacer frente a un cambio climático al que no contribuye nada. ¿Quieren salvar el planeta? Reforesten. Reforestar en el caso de Colombia aportaría más a reducir los GEI que eliminar la explotación de petróleo.

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