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Ciertamente, el gas natural y las Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (Fncer), deben conjugarse de manera positiva dentro de la línea de aprovechar los atributos que brinda el combustible para consolidar una transición energética segura. Ante un escenario en el que las reservas probadas están decreciendo y la firma de nuevos contratos de exploración de hidrocarburos se encuentra en veremos, vuelve a estar sobre la mesa la discusión el futuro del sector.
En primer lugar, resulta crucial reconocer al gas natural como un combustible fundamental para la transformación sostenible del país; que debido a sus beneficios energéticos, ambientales y sociales, se ha convertido en el respaldo principal de nuestro sistema eléctrico. Su bajo costo es fuente de considerables ahorros para los hogares y la industria colombiana, así como de la reducción de las brechas energéticas que existen entre las zonas rurales y urbanas.
Por otro lado, es urgente atender las advertencias que se han lanzado. Según la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), el panorama del gas natural en el país muestra que las reservas probadas en 2022 presentaron una caída de 8 a 7,2 años (11%) respecto a 2021, el punto más bajo en los últimos 17 años. Retrocesos que no nos podemos permitir por los riesgos que supone para la confiabilidad del sistema.
Actualmente, Colombia es considerada como un referente en cobertura de gas natural en la región. Con más de 10,8 millones de hogares conectados a este servicio público domiciliario, es uno de los países con mejor conectividad, superando a países como Estados Unidos y Argentina. Así las cosas, carece de todo sentido que con el potencial gasífero que tiene Colombia no se sigan explotando los abundantes recursos.
Es contradictorio que después de los extraordinarios hallazgos de gas del último año, se hable de recurrir a la importación, en lugar de promover la producción. La implicación económica que traería consigo la compra de este hidrocarburo en el exterior, además de generar un nuevo malestar social por los nuevos incrementos en las facturas de energía y gas, dejaría en entre dicho los planes de transformación energética del gobierno.
Con las altas perspectivas de desarrollo de una nueva frontera de exploración y producción en el Caribe colombiano, se hace inconcebible que no se busque darle impulso a un sector que es estratégico para el desarrollo nacional y sus distintas regiones. Sería un total desacierto desaprovechar las oportunidades que representa el mercado nacional del gas y abandonar la exploración.
No hay dudas de que el éxito de la transición energética depende de su adecuada planeación, que debe incluir al gas natural como principal respaldo. Es así que es de capital importancia para todos los colombianos, que se marque una ruta acertada al futuro de este combustible en el país, en la que se fortalezca la industria interna, se priorice el desarrollo de los abundantes recursos que existen costa afuera y en tierra, se expanda la exploración y se garantice la autosuficiencia energética.
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