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Analistas 01/09/2017

Regalías sin estrategia

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

Frente a la forma como se han utilizado las regalías habría dos criterios de juicio. Una vía le da énfasis a la equidad, entendida como la distribución de los recursos entre los municipios y los departamentos. Este es el principio rector del Acto Legislativo 05 de 2011, que reformó la Constitución y creó el Sistema General de Regalías (SGR). Desde esta concepción, la equidad mejora cuando los recursos llegan a más municipios. En el lenguaje del exministro Echeverry, se trata de que la mermelada se distribuya bien en toda la tostada. El principio distributivo ha sido defendido por el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional (DNP). El otro camino de análisis le da relevancia al manejo eficiente de las regalías, desde una perspectiva estratégica. Esta mirada ha sido impulsada por la Contraloría General de la República (CGR), y la reitera en su último informe Resultados del Sistema General de Regalías 2015-2016.

La evaluación de las regalías es muy diferente según la perspectiva de análisis. Sin duda, las regalías están llegando a más municipios, y se están distribuyendo mejor entre los departamentos. Frente a estos resultados se podría afirmar que se está cumpliendo con los objetivos que se propuso la reforma constitucional. Pero el costo que ha tenido esta forma de distribución ha sido altísimo. Los proyectos no se han jerarquizado, y no se han inscrito en una estrategia de desarrollo de mediano y largo plazo. En palabras de la CGR: “no se ha logrado definir verdaderas áreas estratégicas, por lo cual los recursos se están dispersando”. En los Ocad municipales se aprobaron cerca de 7.000 proyectos, por un valor promedio de $784 millones. Y en los Ocad departamentales se aprobaron 2.400 proyectos por un valor promedio de $2.536 millones.

Es evidente que proyectos tan pequeños no tienen ningún impacto estratégico. Esta dispersión de recursos ha sido nefasta porque la distribución de las regalías no fue el remedio contra la enfermedad holandesa que afectó al país durante las bonanzas petrolera y minera. No se sembró la bonanza, y las regalías se utilizaron para dejar satisfechos a gobernantes locales, que fueron más miopes que el gobierno.

El gobierno y las entidades internacionales han insistido en la necesidad de realizar evaluaciones de resultados y de impacto. El estudio de la CGR es una primera evaluación con una conclusión contundente, y la dispersión de las regalías se traducirá en una expresión de ineficiencia desde el punto de vista del desarrollo nacional.

El nivel de ejecución de las regalías ha sido más lento de lo esperado y por esta razón quedan recursos disponibles. A diciembre de 2016 se habían dejado de ejecutar $10 billones. En lugar de corregir la dispersión y diseñar uno o dos proyectos estratégicos, en su ocaso el gobierno ha dicho que gastará este monto de regalías en todo lo imaginable: vías terciarias, escuelas, hospitales, sistemas de riego, etc. Ello significa que la ineficiencia puede ser mayor. La CGR invita a “diseñar mecanismos que superen la atomización de los recursos, que va de la mano con inversiones poco pertinentes”. Esta advertencia no está siendo escuchada por nadie. El gobierno y el DNP ya renunciaron a cualquier intento de liderazgo estratégico, y para los candidatos a la presidencia ahora no hay tiempo de pensar sino en la estrategia para conseguir firmas.

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