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Analistas 19/01/2018

El petroyuán

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

China, con el apoyo de Rusia y de otros países, está dando los primeros pasos para consolidar el yuán en el ámbito financiero internacional, y reducir la hegemonía del dólar. China decidió que va a seguir comprando el petróleo en yuanes y no en dólares. A partir de ahora el mundo financiero comienza a vivir un nuevo escenario de la lucha entre las monedas que pretenden ser divisa internacional. En 1986, Michel Aglietta publicó el libro El Fin de la Divisa Clave, y advertía sobre la pérdida progresiva del liderazgo del dólar. El pronóstico se ha cumplido. El debilitamiento del dólar ha continuado, y este proceso se agudizará con la decisión del gobierno chino.

Cuando se celebraron los acuerdos de Bretton Woods en 1944, Keynes propuso, a nombre de Inglaterra, que se creara una moneda internacional, el bancor. La idea de Keynes fue rechazada por White, el negociador de los Estados Unidos. Sin el bancor, el dólar se convirtió, de hecho, en el medio de cambio universal. Era la forma como Estados Unidos reclamaba su triunfo en la guerra. El dólar terminó desplazando a la libra esterlina. En 1945, 90% de las reservas del mundo estaban nominadas en libras. En 1971 la libra apenas representaba 10% de las reservas internacionales. En este período el dólar aumentó su participación de 17% a 80%, cuando llegó a punto más alto. En 1971 Nixon declaró el fin de la convertibilidad del dólar en oro, y anunció que el valor del dólar está anclado en el poder económico, político y militar de los Estados Unidos, y no en el patrón oro. Los otros países tomaron una decisión similar, y el mundo comenzó a sentir la volatilidad que se deriva del progresivo distanciamiento entre la moneda y el mundo real. Sin el ancla oro ya no es posible impedir la especulación y la aparición de burbujas.

El dólar des-anclado fue perdiendo atractivo. En 2016 la participación del dólar en el conjunto de reservas internacionales se redujo a 59%. Este año el euro tuvo una participación de 22%. Actualmente el peso del yuán no es significativo, ya que ni siquiera llega a 1%. China no se había sentido capaz de competir por un espacio en el grupo de divisas claves. Ahora lo puede hacer por tres razones. Primero, porque es el principal comprador de petróleo, y va a imponer el yuán como medio de pago. Segundo, porque tiene un volumen colosal de reservas en dólares, que le quita margen de maniobra a los Estados Unidos.

China posee reservas cercanas a los US$3 billones, equivalentes a la tercera parte del total de reservas de todos los países del mundo (US$10,7 billones). Visto desde otro lado, China es el mayor tenedor de bonos del Tesoro de los Estados Unidos, así que gran parte de la enorme deuda pública de los Estados Unidos (108% del PIB) está representada en obligaciones con China. Tercero, porque el gobierno chino ha tomado la decisión política de colocar el yuán en el escenario financiero internacional. Y el momento escogido para hacerlo es propicio puesto que el dólar se ha fragilizado, y no tiene forma de responder al ataque chino.

En los próximos años el dólar ya no será la principal divisa clave, y los Estados Unidos perderán, como decía De Gaulle en 1971, el “exorbitante privilegio” de imprimir una moneda que por ser divisa internacional es demandada en cualquier esquina del mundo.

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