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Analistas 31/07/2015

Bogotá y su región

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado
La República Más
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Esta semana se conocieron los primeros resultados de la encuesta multipropósito realizada por el Dane y la Secretaría Distrital de Planeación en Bogotá y en 31 municipios de Cundinamarca. En Bogotá la muestra fue de 22.968 hogares y en los 31 municipios de 31.559. La encuesta se llama multipropósito porque indaga por la capacidad de pago y la calidad de vida. Es el primer estudio que permite hacer una comparación de la situación de Bogotá y de los municipios de la región. En 2011 se realizó otra encuesta similar, pero solamente en Bogotá. La encuesta actual permite, entonces, comparar la dinámica que ha tenido Bogotá entre 2011 y 2014, y fijar una línea de base para los 31 municipios.

Los resultados de la encuesta permiten sacar dos conclusiones: Primero, los hogares de Bogotá mejoraron sus condiciones de vida entre 2011 y 2014. Y, segundo, no hay convergencia entre Bogotá y los municipios, ya que las brechas en las condiciones de vida son significativas.

La comparación 2011-2014 ofrece los insumos necesarios para hacer una evaluación del impacto de la administración Petro. Entre todas las variables e índices que se derivan de la encuesta, destaco la incidencia de la pobreza. Entre 2011 y 2014 la pobreza monetaria (por línea de pobreza - LP) bajó de 17,3% a 15,8%. La pobreza extrema pasó de 4% a 4,1%. La conjunción de ambos resultados muestra que la reducción de la pobreza se va haciendo más difícil a medida que la incidencia disminuye. Esta afirmación es válida para Bogotá y para Bucaramanga, que son las ciudades con menores niveles de pobreza. Los alcances de las políticas focalizadas están llegando a un límite, así que para eliminar la pobreza extrema es necesario recurrir a otro tipo de medidas, que sean más estructurales. Unas tienen que ver con el área metropolitana. Los municipios cercanos a Bogotá tienen que convergen en términos de calidad de vida. Si las diferencias entre municipios se mantienen, todos los días continuarán llegando a Bogotá personas en situación de pobreza extrema, y este flujo hace que la incidencia no baje. Otras medidas están relacionadas con la reducción de las desigualdades. El coeficiente de Gini no baja, ni en Bogotá, ni en el país. El crecimiento pro pobre requiere que el desarrollo esté acompañado de una mejor distribución del ingreso y de la riqueza. Mientras no haya avances en la distribución del ingreso y de la riqueza no es posible superar de manera definitiva la trampa de pobreza.

La falta de convergencia entre Bogotá y los municipios de la Sabana es clara. En Soacha la incidencia de la pobreza es 35,5%, más del doble que la de Bogotá (15,8%). En Sibaté es 37,6%. Mientras que en los colegios públicos de Soacha se gasta $1.503.755 por estudiante al año, en Bogotá el promedio es $3.181.060. Las diferencias tan grandes con respecto a Bogotá ponen en evidencia la necesidad de integrar las políticas metropolitanas. La calidad de vida debería ir mejorando y convergiendo, de tal manera que las brechas vayan disminuyendo.

Bogotá, como polo atractor, no ha logrado que las brechas entre los municipios se reduzcan. Es necesario consolidar políticas metropolitanas y regionales. La Región Administrativa y de Planeación Especial (Rape) conformada por Cundinamarca, Boyacá, Tolima, Meta y Bogotá es un primer paso. Desde la Nación, en coordina-ción con la región, se deben definir políticas de largo plazo sobre las modalidades de poblamiento y ordenamiento del territorio. Las tendencias actuales no son sostenibles.
 

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