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Analistas 18/10/2023

Cuando el directivo lee

Jorge Iván Gómez Osorio
Profesor del Inalde Business School
Jorge Iván Gómez Osorio

Jorge Iván Gómez Osorio, Profesor del Inalde Business School

Foto: Jorge Iván Gómez Osorio

¿Qué tienen en común Bill Gates y Warren Buffett? Esa es la pregunta que acostumbro a formular en mis sesiones académicas. La respuesta, casi inmediata, es: ¡Dinero! Con fuerza les digo: se equivocan, no es lo único en común; hay algo que ellos hacen que los identifica. Ambos tienen el hábito de leer cerca de 52 libros al año, es decir, un libro a la semana. A continuación, concluyo: ¡y ellos viven más ocupados que nosotros!

Luego, para reflexionar, expongo unas cifras sobrecogedoras: En Colombia leemos menos de dos libros al año (1,9 libros). Nos supera Venezuela (2 libros), Brasil (2,5 libros), Perú (3,3 libros) y Chile (5,3 libros). Curiosamente, los países con el mayor Producto Interno Bruto cuentan con mejores tasas de lectura como Canadá (17 libros), Francia (17 libros) o Estados Unidos con un libro al mes (12).

Cuando analizamos estas cifras y todo el contexto de la situación, les recuerdo una premisa fundamental de la dirección de empresas y organizaciones: los líderes son lectores. Como buena premisa no requiere mucha explicación porque abundan las evidencias históricas de la grandeza humana construida a partir de la lectura. El problema radica en que la mayoría de los directivos me dicen: ¿con qué tiempo?, ¿no ve lo llena que está mi agenda?, ¿a qué horas?

Después de estudiar a muchos directivos y conocer sus vidas y sus hábitos he llegado a la conclusión de que una gran “enfermedad directiva” es el activismo y, como consecuencia, el directivo se la pasa de reunión en reunión y llamada en llamada y, con ello, le queda poco tiempo en su agenda para estudiar, reflexionar y leer.

Estamos cargados de la ansiedad del día a día, de querer hacer más cosas que el tiempo del que disponemos y, sobre todo, de llenar nuestra vida de tareas y pendientes. La consecuencia natural es la frustración de no llegarle a todo.

¿Cómo resolvemos este problema de falta de tiempo para llevar a cabo lo realmente importante en nuestras carreras directivas? Convertirnos en líderes más racionales, relacionales y reflexivos para enriquecer la acción y apalancar nuestros resultados. A continuación, algunas ideas.

Primero, tenemos que liberarnos del ego de querer estar en todo. Por esta adicción a la figuración no aprendemos a decir que no. El miedo a perdernos algo (fear of missing out) nos esclaviza y nos vuelve inseguros y desordenados con nuestras prioridades y, por ende, nuestras vidas. Tienes que aprender a decir ¡no! Muchas veces menos es más para mejor.

Segundo, tenemos que perder el miedo a delegar poder, decisiones y acciones. La delegación de poder debe ser clara y precisa, con alcances y tiempos para la rendición de cuentas. Cada vez que delegas algo encuentras el tiempo para dedicarte a tu propio desarrollo personal y directivo. Aprende a hacer a tu equipo responsable de su propio desempeño.

Tercero, empieza en pequeño. Diez minutos diarios de lectura pueden hacer la gran diferencia. Incluso, bloquea tu agenda sin remordimientos para dedicarte a leer algo relacionado con tu crecimiento directivo y estratégico.

Mejores conversaciones en tu cabeza es un mejor desempeño. Cualifica lo que decides que entre en tu mente y te haga mejor y, sobre todo, ponle filtro a tanta basura que circula en el WhatsApp y TikTok. No permitas que nadie camine por tu mente con los pies sucios, decía Gandhi.

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