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Analistas 14/10/2023

Terrorismo vs. tecnología

Javier Villamizar
Managing Director

En una época marcada por el auge tecnológico, las naciones y sus fuerzas armadas se enorgullecen de poseer sistemas comunicacionales y arsenales de última generación. No obstante, la historia y eventos recientes han demostrado que las estrategias primitivas y las comunicaciones “offline” pueden desafiar y superar a adversarios tecnológicamente avanzados.

El horrendo y sanguinario ataque del grupo terrorista Hamás a Israel se erige como un claro ejemplo de esta dinámica. Las Fuerzas de Defensa de Israel, reconocidas por su maquinaria militar de vanguardia, fueron sorprendidas por métodos que rememoraban estrategias de guerrillas pasadas.

Históricamente, las estrategias rudimentarias han mostrado una tenacidad singular. Durante la Guerra de Vietnam, las tácticas de guerrilla y el conocimiento del terreno por parte del Viet Cong superaron en numerosas ocasiones la superioridad tecnológica de las fuerzas estadounidenses. Similarmente, en Afganistán, tanto durante la ocupación soviética como en la era moderna, los combatientes locales han utilizado tácticas simples y comunicación offline para desafiar a fuerzas extranjeras altamente tecnologizadas.

La comunicación “offline”, como el uso de mensajeros humanos, radios básicas y señales visuales, se convierte en un recurso invaluable en estos escenarios. La falta de rastros digitales dificulta la interceptación y monitoreo por parte de fuerzas enemigas avanzadas tecnológicamente, y otorga una resiliencia notable frente a las amenazas cibernéticas.

Estas estrategias se ven reforzadas por un conocimiento profundo del terreno y el apoyo de las comunidades locales, factores que pueden nivelar el campo de juego frente a adversarios tecnológicamente superiores.

En los ataques del 11 de septiembre de 2001, también se observó la implementación de procesos arcaicos y enfoques de baja tecnología por parte de los terroristas. La planificación meticulosa y la comunicación cara a cara fueron elementos cruciales para mantener el sigilo y coordinar los actos terroristas.

Se emplearon métodos tradicionales de entrenamiento en campos remotos, y la coordinación entre los participantes se realizó muchas veces mediante interacciones personales y métodos de comunicación básicos. Este enfoque de baja tecnología ayudó a evitar la detección y a preservar la seguridad operativa ante las agencias de inteligencia que dependían de la vigilancia electrónica.

Además, los terroristas utilizaron cuchillos y navajas -herramientas primitivas- para tomar el control de las aeronaves demostrando cómo una combinación de tecnología moderna y tácticas rudimentarias pueden converger para perpetrar actos de violencia, así como la complejidad y la naturaleza multifacética de los desafíos de seguridad en la era contemporánea.

El panorama actual incita a una reflexión sobre la eficacia real de la tecnología militar avanzada frente a enfoques más arcaicos y tradicionales. Las fuerzas modernas, a pesar de su inversión en tecnología, pueden hallarse en desventaja si subestiman la creatividad y adaptabilidad que caracterizan a las estrategias primitivas.

El mundo ha sido testigo de cómo la simplicidad puede desafiar la sofisticación tecnológica, recordándonos que, en el ámbito bélico, la innovación no siempre se mide por la complejidad o el costo. En un contexto de conflicto, la adaptabilidad y una comprensión profunda del entorno humano y físico pueden resultar ser tan valiosas, o incluso más, que el arsenal tecnológico más avanzado.

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