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Analistas 10/07/2021

Ignorancia negacionista

Javier Villamizar
Managing Director

De manera continua, la Real Academia Española (RAE), aquella institución centenaria encargada de salvaguardar el correcto uso del español y la lengua española suma al diccionario palabras cuyo uso se ha vuelto generalizado. Muchos años antes de que nos llegara la pandemia del covid-19, durante la cual se introdujeron varios neologismos, la RAE incorporó a la vigesimotercera edición del diccionario académico la palabra “negacionismo” con el significado de ‘actitud que consiste en la negación de hechos históricos recientes y muy graves que están generalmente aceptados’.

El término se ha utilizado primordialmente en relación con el Holocausto y puede aplicarse también, como extensión de este sentido, a la negación de otros hechos que no son necesariamente históricos, en particular científicos, como pudieron ser en su momento, el cambio climático y más recientemente la existencia del virus Sars-CoV-2 (causante del covid-19) y la efectividad de las vacunas que previenen su contagio.

El negacionismo covid-19 consiste en oponerse a una realidad incómoda, desconociendo la cifra de fallecidos, minimizando el problema laboral, social y económico que sufre el mundo, inventando teorías de conspiración y por supuesto, negándose al uso de mascarillas, el cumplimiento de medidas de bio-seguridad y por ende, a recibir alguna de las vacunas disponibles. Los negacionistas sostienen sus creencias pese a la lógica de los argumentos en contra, protegiendo así su identidad y su sistema cognitivo.

Este fenómeno es entendible desde el punto de vista psicológico si consideramos que nuestra psique necesita un proceso de adaptación frente al progreso o frente a una nueva realidad. Este proceso comienza con el reconocimiento de ese cambio y termina con la aceptación de este, lo cual no sucede de manera inmediata y en algunos casos es interrumpido por mecanismos de defensa naturales como son la negación, la sublimación y la represión.

Desafortunadamente, hoy en día, las plataformas sociales de internet y la mensajería instantánea, convertidas en el principal mecanismo de socialización de una parte importante de nuestra sociedad, son el aliado perfecto para magnificar las teorías negacionistas de manera acelerada. Años atrás, un ignorante prefería ser prudente y guardarse sus teorías para sí mismo, a riesgo de aparecer como un bicho raro y ser señalado por su falta de conocimiento, hoy en día ese filtro a desaparecido y existe un incentivo perverso para “viralizar” teorías infundadas y generar ganancias monetarias por el camino.

Parece inconcebible que haya individuos con niveles superiores de educación que crean e intenten difundir mitos y falsedades sobre la pandemia y peor aún, sobre las vacunas, la única solución que tenemos a la mano para empezar a salir de la crisis que ahoga al planeta. No tiene lógica el argumento de que las vacunas son “experimentales” o que modifican nuestro ADN (ninguna de ellas traspasa la membrana nuclear de nuestras células), cuando por el contrario son una prueba fehaciente de la capacidad tecnológica que ha desarrollado la raza humana para preservarse a sí misma.

El negacionismo, así como la propagación de la ignorancia que se presentan cada vez más seductores frente al esfuerzo que requiere el aprendizaje, deben ser combatidos con educación, atajados con lógica, aislados y neutralizados como comportamientos completamente incívicos, antiéticos e inaceptables para evitar que se perpetúen.

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