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Analistas 19/11/2016

El poder de la mentira en los medios digitales

Javier Villamizar
Managing Director
La República Más
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El pasado 8 de noviembre, los ciudadanos de Estados Unidos eligieron a su presidente número 45 en una jornada reñida e histórica debido al sinnúmero de controversias que rodearon el proceso electoral. Las acusaciones que recayeron sobre la candidata demócrata Hillary Clinton sobre el uso indebido de servidores de correo privados para manejar asuntos confidenciales de Estado y la retórica divisiva del ahora presidente electo Donald Trump en sus discursos durante la campaña, fueron algunos de los hechos que hicieron que el mundo entero siguiera segundo a segundo, tanto las elecciones primarias como las presidenciales, segundo a segundo por los últimos casi dos años.

El papel del internet y de las redes sociales en las jornadas electorales de los Estados Unidos fue protagónico a tal punto, que muchos analistas y expertos han reconocido públicamente la inmensa influencia que de los medios digitales ejercieron en los resultados finales y en la participación de electores indecisos en el proceso.

Uno de los temas que ha empezado a generar preocupación está relacionado con la influencia que la información publicada en páginas de internet y redes sociales puede tener en las preferencias y en la decisión de un elector por un determinado candidato o partido. A diferencia de la prensa y en general los medios tradicionales, donde existe una cierta ética y una responsabilidad profesional con respecto a la veracidad de la información publicada, en el caso de las redes sociales, la forma viral con que las noticias se diseminan, algo intrínseco de los medios digitales, así como la falta de algún tipo de control editorial, abre la puerta a individuos y organizaciones para generar de manera oportunista, contenidos y noticias parcial o totalmente falsas.  

Un estudio reciente indica que más de 60% de los 156 millones de usuarios de Facebook en Estados Unidos, utiliza la red social para mantenerse informado sobre noticias de última hora, de política, de farándula y de deportes. Entre memes de todo tipo, fotos de fiestas, vídeos de animales y celebridades que invaden los “feeds” de los usuarios, aparecen a diario noticias que no son verificadas de ninguna manera y su alcance está determinado simplemente por el número de veces que son compartidas con otros usuarios de la red. 

Es por esto que las supuestas noticias donde se aseguraba que el papa Francisco respaldaba a Donald Trump o que el padre del candidato republicano Ted Cruz había estado involucrado en el asesinato del presidente John F. Kennedy, inundaron las redes sociales, con el potencial riesgo de que usuarios desprevenidos o sin mayor educación o acceso a medios serios, las aceptaran como noticias verdaderas. 

Muchos medios han insinuado que la circulación descontrolada de noticias falsas sobre los candidatos presidenciales en Facebook, hubiera podido influenciar de alguna manera el resultado de las elecciones. A esto, Mark Zuckerberg ha contestado diciendo que no está de acuerdo y que está convencido de que los “votantes toman decisiones basados en las experiencias que viven” y que “99% del contenido que la gente ve en Facebook es auténtico”. Esta última estadística paradójicamente tiene los mismos visos de muchas de las noticias falsas que circulan a diario en la red, considerando que no suena razonable que haya una herramienta confiable para medir la veracidad de los miles de millones de publicaciones que se hacen a diario en los medios digitales.  

El reto que tienen ante sí los operadores de las redes sociales y en general de todo medio digital no es menor. Se enfrentan a la difícil tarea de establecer controles con el fin de separar lo que es verdad de lo que es falso, una tarea compleja pero al mismo tiempo ineludible. Todo medio que quiera convertirse y mantenerse como un instrumento de comunicación veraz y útil, no tiene más salida que adoptar medidas para garantizar que la información que circula por él, es verdadera sin abrir la puerta a la censura.

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