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Analistas 18/11/2023

La tarea más importante

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Hacer las leyes es arte complejo. Requiere entender realidades y, por ende, riesgos, identificar alternativas para abordarlas, criterio para evaluarlas, método para escoger, y destreza para traducir el resultado del proceso en texto claro y preciso: las normas deben facilitar la formación de sentencias acertadas por la autoridad encargada de juzgar conductas, tarea en lo posible libre de sesgo político.

El fundamento de las instituciones políticas es la regla que establece quién hace las demás. En la antigüedad griega se atribuyó destrezas especiales a Licurgo en Esparta y a Solón en Atenas, quienes, según la leyenda, organizaron las respectivas polis mediante conjuntos de reglas coherentes con las tradiciones de cada una.

Se presumía que la tarea de legislar correspondía a los más sabios. Hoy se entiende la importancia de un cuerpo plural y representativo para hacer las leyes de manera que prevalezca el interés general sobre los propósitos particulares, pero hay obstáculos en la práctica para conformarlo: la liviandad de las sociedades, impreparadas para valorar con rigor, las reglas deficientes para campañas y la debilidad de los partidos políticos.

El mundo se transformó en el último medio siglo: formar opiniones dejó de ser dominio de minorías educadas. La capacidad universal para leer y escribir y la proliferación de canales de comunicación abrieron espacios a toda la humanidad y el tamaño del Estado aumentó. Los sistemas políticos no se han ajustado con acierto a los cambios.

Al terminar las guerras mundiales se esperaba que la democracia se impondría en todo el planeta; hoy parece haber crisis de fe en ella aun en Occidente, que la promovió como respuesta a su propio esquema imperial fallido.

Las propuestas con base en la participación libre de la población adulta en las decisiones exigen mejor educación para todos a lo largo de toda la vida, con énfasis en la reflexión ética, asunto con más preguntas que respuestas. De otra parte, la laxitud en reglas para campañas permite que asignar por voto labores públicas se convierta en mercadeo de imágenes, sin claridad sobre dilemas y propuestas, y el resultado se ate a la capacidad para movilizar recursos dinerarios. Los partidos son necesarios para ordenar programas y campañas; de allí la importancia de revisar las reglas para hacer reglas.

La tarea de legislar debe incluir responsabilidad final por la administración pública. La falaz premisa de que conviene separar las funciones de legislar y administrar deviene en excesiva concentración de autoridad y responsabilidad en el administrador, compra del legislador por la administración mediante contraprestaciones y discontinuidad costosa en estrategias.

Así las cosas, el cuerpo legislativo debe ser representativo, con número tal que se asegure participación de minorías, pero también adecuado para lograr interacción eficaz; debe fijar procesos rigurosos para allegar información, priorizar objetivos y ejecutar; además debe evaluar su desempeño con sentido crítico. Debe ser punto de convergencia de regiones con diversas posibilidades para impulsar el desarrollo social y económico, y de distintas posiciones políticas.

Sobre todo, debe ser lugar de trabajo de mentes preclaras, con destrezas para entender, sintetizar y construir reglas. En casi todas partes urge revisar la formación del legislador para atender los requerimientos actuales.

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