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Seguramente por estos días se deben iniciar las conversaciones con el Gobierno Nacional para la renovación del contrato de administración del Fondo Nacional del Café, por otros diez años.
A pesar de la paranoia que se ha sembrado sobre la posibilidad de su revocatoria, estoy convencido que es algo que no puede pasar por la cabeza del presidente Petro, teniendo en cuenta el proceso electoral que se avecina, en el que cualquier sospecha sobre una decisión de esta naturaleza levantaría a la población campesina en su contra, en más de 500 municipios, a defender su Fedecafé.
Además, no existe en Colombia una organización gremial con mayor legitimidad democrática, que cada cuatro años elige a los delegados al congreso cafetero y a los comités municipales, con una participación electoral superior a la que se registra para Presidente de la República y Congreso.
Sin embargo, quienes somos amigos de los cafeteros y su Federación, tenemos la obligación de señalar los temas que se deben ir corrigiendo, para adaptarla a las nuevas realidades y valores de la sociedad actual, así como evaluar normas y mecanismos de funcionamiento que antes no se veían necesarios.
He señalado que la Fedecafé constituye un ejemplo de democracia participativa -en el que los mismos cafeteros son elegidos para las más altas dignidades- pero para formar parte del Comité Nacional y Directivo hoy se aplica la democracia representativa, con elección indirecta.
Por esta razón, el contrato debería contemplar que los miembros del Comité Nacional deberían ser nombrados por delegación de cada departamento, en cabeza de personas con reconocida trayectoria pública y/o privada, con capacidad plena para discutir y diseñar la política cafetera -con los representantes del gobierno- además de tomar decisiones sobre los recursos del Fondo Nacional del Café, a donde llega la contribución cafetera. Para ocupar esa silla es fundamental que el delegado no posea finca de café.
Por su parte el Comité Directivo debe estar conformado por el presidente de cada comité departamental, persona elegida directamente por los cafeteros.
De esta manera, el comité nacional toma las decisiones y el gremio las ejecuta. Pero como son recursos públicos, es imperativo que se declare incompatibilidad absoluta para todos los delegados al congreso cafetero -que a su vez son los miembros de cada comité departamental- para celebrar cualquier negocio con la Fedecafé como vender café, celebrar contratos de venta a futuro, comprar fertilizantes, recibir subsidios, etc.
Esta medida debe cobijar igualmente a todos y cada uno de los funcionarios de la Federación y sus filiales. Es fundamental para evitar conflicto de intereses y garantizar la transparencia.
Al mismo tiempo el Gobierno, al reconocer y verificar la legitimidad democrática del gremio, debe abstenerse de tratar de incorporar otros organismos en las directivas gremiales -como grupos asociativos, cooperativas, asociaciones de campesinos, comerciantes de café, etc.- porque estarían llenos de conflictos y sería desconocer las elecciones cafeteras.
Dictum. La industria necesita café importado, por precio y perfil de taza, razón por la cual deben ser los únicos autorizados para importar el café. Lo contrario es convertir a Colombia en una plataforma de contrabando técnico.
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