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En 2019 se aprobó la ley 1969 creando un Fondo de Estabilización de Precios del Café, lo que en aquel momento criticamos porque no era más que repetir, de manera absurda, lo que ya existía desde 1940 como Fondo Nacional del Café. El presidente Duque quiso darles gusto a unos parlamentarios del Centro Democrático que, apoyados por Roberto Vélez, enarbolaron esa bandera en la campaña y crearon este engendro.
Para fortuna de todos, hasta la fecha no se ha tenido que utilizar y cuenta con cerca $500.000 millones ahorrados, dado que precisamente ha sido el periodo continuo de mejores precios del café.
Los cafeteros disfrutan la bonanza, con un ingreso duplicado en el último año, llegando a más de $20 billones, gracias a la suerte que han tenido Gustavo Petro y Germán Bahamón, a los que se les juntaron los astros y les coincidieron la crisis de producción en Brasil y Vietnam, con una buena cosecha en Colombia, gracias a un parque cafetero renovado por siembra y zoca antes de 2021, y por lo tanto en buenas condiciones para aprovechar los cortos veranos de 2024 que generaron unas florescencias sin igual.
Precisamente por estar disfrutando esta bonanza, por ningún motivo el gobierno debe atender la solicitud de la Federación de aprobar un mecanismo de ayuda con la fertilización a los productores. Es inaudito hablar de entregar subsidios y auxilios cuando el ingreso se ha doblado, desconociendo que el fondo fue creado para estabilizar el precio; cuando éste vuelva a descender -y sólo en ese momento- se debe utilizar para apoyar el ingreso de las familias cafeteras.
Por lo pronto, es mejor aprovechar el alto precio internacional para adquirir instrumentos, como por ejemplo opciones, a menos de la mitad del precio actual, que se supone pueden estar a bajo costo, dada la poca posibilidad de ocurrencia. En general, lo que la ingeniería financiera y las bolsas han diseñado como instrumentos de protección para los commodities.
No olvidemos que todo lo que sube baja, y más aún en productos agrícolas; los cultivadores con el estímulo de precio siembran y renuevan, generando más adelante la sobreoferta, periodo que va en función del ciclo biológico de la siembra. El departamento de agricultura de los EE.UU. pronostica para Colombia apenas 12,5 millones de sacos y los futuros en la bolsa continúan hacia abajo.
No se entiende a los gobernadores y alcaldes firmando convenios con los comités de cafeteros, entregando dinero para renovación de cafetales. Esa es precisamente una de las labores que se deben adelantar con los recursos del Fondo Nacional del Café, que se pueden sumar al crédito y al jugoso bolsillo de los productores. Es muy diferente que, departamentos y municipios apoyen las necesidades de las veredas cafeteras; ayudando a construir placa huella en las vías, dado que gracias en buena parte al Fondo Nacional del Café las regiones cafeteras llevan años electrificadas, pero sí hace mucha falta, por ejemplo, mejorar la conexión a internet. Servicios públicos son responsabilidad del Estado para favorecer las comunidades.
Nadie concibe el interés de los dirigentes por entregar subsidios en plena bonanza… salvo que estén pensando en las elecciones cafeteras que se celebran el año entrante y seguramente, con el ánimo de hacerse reelegir.
La inversión social es recurrente y requiere ser programada todos los años, representa en 2025 unos $15 billones, mientras la infraestructura nueva está en función del espacio dejado por las vigencias futuras
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