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Analistas 22/04/2013

El contrabando de café

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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El contrabando de café y la importación han sido señalados por los organizadores del paro cafetero como un punto fundamental de su agenda. 

 
El contrabando constituye un delito que además de violar los principios éticos de los cafeteros colombianos, al que todos nos oponemos, y que sin existir aranceles, está motivado por el lavado de dólares y el gran negocio de tratar de convertir un café barato en café caro.
 
La oposición a la importación en el discurso que escuchamos es más un tema ideológico, amparado en el nacionalismo anacrónico y en la tradición como exportadores que considera como atentatorio de los valores nacionales consumir café importado. Es un contrasentido de un sector que por más de 150 años ha penetrado los mercados del mundo, y se ha beneficiado del libre mercado como un exportador nato. El comercio siempre es de doble vía, y no podemos obligar a nuestros cultivadores a abastecer a menores precios el mercado nacional, pudiendo exportar su café a mayor precio, y tampoco obligar a los tostadores a consumir una materia prima de excelsa calidad cuando ellos conocen sué requiere su cliente.
 
La importación, que he defendido para la industria tostadora, es benéfica en la medida en que los colombianos tienen acceso a un producto que se acomoda a su capacidad de compra, y al perfil de taza que produce la mezcla con el producto importado, dado que Colombia ha hecho un esfuerzo de calidad que resulta en un menor porcentaje de producción de cafés inferiores.
 
Sin embargo, si bien es muy técnico, es útil entender que a Colombia se importa café verde, como se comercia históricamente en el mundo. Las trilladoras de café lo que hacen es quitar el pergamino al grano, convertirlo en verde y seleccionarlo por calidades. Por lo tanto, nada tiene que hacer en las trilladoras de café el café importado, salvo que un tostador solicite una mezcla en verde con colombiano, que bien podría hacer el industrial en su planta. 
 
Por lo tanto las grandes cantidades de café que se importan a Colombia por comerciantes  y trilladores no tienen finalidad diferente que mezclarlos para la industria nacional. Sin embargo se corre el riesgo de que una vez mezclado con café de Colombia, el café verde importado se trate de exportar como café 100% colombiano, de un gran beneficio ilícito, y muy difícil de detectar en el mercado de múltiples comerciantes, generando la posibilidad de perder el diferencial que el consumidor mundial le reconoce a nuestro café, y en caso de comprobar el comprador la mezcla con otros orígenes, finalmente se convierte en un menor ingreso para el caficultor.
 
Las cifras de 2012 registran que se importaron legalmente, según registros de la Dian, 950.000 sacos: tan solo 192.000 por los tostadores y 757.000 sacos por trilladoras, comerciantes y compañías exportadoras. Principalmente de Ecuador, Perú y Brasil.
 
Ahora bien, se presenta un riesgo mucho más grave, y es la contaminación vegetal con enfermedades que pueden dar al traste con la  caficultura nacional. Plagas que existen en América y que no han llegado a Colombia, e inclusive puede venir del Ecuador plagas de otro continente por café que  importan de Vietnam. Por lo tanto, es apremiante el control estricto a las importaciones por las dos razones anotadas: pérdida de reconocimiento al café de Colombia y riesgos sanitarios.
 
La solución más lógica consiste en permitir importar únicamente a los tostadores que garantizan que al procesar el café a altas temperaturas, desaparece el riesgo sanitario. Sin embargo, como discriminar el agente importador puede violar normas de la OMC, se puede exigir a los importadores que el café que ingrese a Colombia debe llegar bajo custodia a las industrias tostadoras y de esta manera, cubrir el riesgo sanitario en que se encuentra el cultivo de café en el país. De todas maneras, las autoridades están en la obligación de exigir a quienes han importado café, acreditar mediante facturas que este ha llegado a la industria tostadora, para así estar seguros que esos riesgos sanitarios no pongan en peligro el cultivo en el país y que de ninguna manera se pueda haber exportado café de otro origen como café excelso de Colombia.

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