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Analistas 27/06/2023

Con los dedos en la boca

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

El pasado 26 de mayo, el presidente Gustavo Petro, pronunció en Sevilla un discurso en el que aprovechó para hablar de café, que en el pasado fue uno de los municipios productores más importantes.

Como ya nos tiene acostumbrados, el presidente despotricó de todo lo que anteceda a su gobierno, sin una sola propuesta seria sobre política cafetera, lo que refleja su desconocimiento del tema, tanto sobre el pasado, como del presente y del futuro.

De su diatriba, lo que más titulares obtuvo fue su frase cuestionando el nombramiento del nuevo gerente de la Federación, afirmando que “me metieron los dedos a la boca funcionarios de mi propio gobierno”; resulta algo insólito un presidente renegando sobre la imposibilidad de controlar un gremio privado, -como parece su deseo- y denigrando sobre el voto otorgado por sus ministros, lo que claramente ratifica la descoordinación en las decisiones que él mismo adopta.

En mi opinión, -y la de muchísimos caficultores y actores de la cadena- lo que debe hacer es respaldar la institución, como la organización con mayor capacidad de ejecutar proyectos en más de 500 municipios, con una experiencia en construcción de infraestructura social y en programas para llegar a los campesinos de Colombia.

Además, aprovechó para buscar responsables de la caída del Pacto Cafetero, -hace nada menos que treinta y cinco años- pero que lo utilizó para enardecer las bases, desvariando de la economía de mercado.

También hizo un reconocimiento a lo que los cafeteros le han aportado a Colombia; en impuestos, en divisas para la industrialización y en progreso para el país, pero aprovechó para insultar a todos los que hicieron posible que ello sucediera.

Sí señaló que, “cuando el gobierno manejaba el fondo del café”, en una velada y peligrosa insinuación sobre su deseo de que sea el propio gobierno el que lo administre. Resulta útil recordarle que, desde su creación en 1940, la Federación de Cafeteros lo ha administrado ininterrumpidamente y que, la parafiscalidad, -iniciada en el país por los cafeteros y luego consagrada en la constitución de 1991- contempla que son recursos aportados por los productores, y éstos sólo pueden ser destinados a programas que beneficien a los aportantes y sus familias.

De otro lado es fundamental, según la ley 101/93, que los órganos de administración de los fondos tengan un claro origen democrático en su elección, que los cafeteros esgrimen con orgullo cumplir a cabalidad, por ser las elecciones con mayor participación en Colombia.

La Federación de Cafeteros es la base fundamental del tejido social del campo colombiano, y siempre ha estado presta a trabajar en bien de los federados, ayudando a los gobiernos a ejecutar la política social y agrícola, con absoluta neutralidad política, consagrada en sus estatutos.

En consecuencia, sí es muy extraño que una decisión adoptada con absoluta sujeción a las normas como lo fue la elección del gerente, termine cuestionada porque la Federación no quedó en manos del Pacto Histórico, como se pretendía, cuando solo debe ser de los cafeteros y para los cafeteros.

Más bien debería estar preocupado el gobierno por ir planeando cómo afrontar la crisis de producción y precios que ya se ve venir, como le anunciamos hace meses en esta columna.

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