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Analistas 02/02/2015

Café internet

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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En el 2009, con bombos y platillos se dio inicio a la era de las tabletas electrónicas para los cafeteros de Colombia, entregando a cada delegado al congreso un aparato para acceder a toda la información e interactuar con la humanidad.

Sin embargo esta iniciativa se quedó en un entusiasmo inicial, porque hoy se calcula que solo 4.000 productores cuentan con este moderno instrumento. Es inconcebible que una oportunidad, que revolucionaría el sector, se haya quedado en un anuncio de modernidad del país, por parte de un gremio que contaba con los recursos y la información para haber implementado la más grande red de agricultores con tabletas electrónicas. En el mundo moderno, y especialmente en el de las tecnologías de la información, la evolución en seis años equivale a un siglo de tecnologías agropecuarias.

El actual gobierno ha llevado fibra óptica a 700 municipios, e instalado miles de tecno-centros por todo el territorio; sin embargo, eso no soluciona el problema al campesino que vive alejado del casco urbano. Se requiere además favorecer el acceso de estas familias a tabletas electrónicas con planes de datos como lo que ya tienen todos en su teléfono celular. Esta es la fórmula para solucionar el problema del denominado último kilómetro, y así comunicar de verdad a 450.000 familias.

Contando con una herramienta tecnológica como esa tableta, el caficultor puede acceder a la asistencia técnica, que en algunos casos es inoportuna por los desplazamientos y la cantidad de productores. Contando con el acceso a internet a través de una tableta, pueden reportar con una foto su problema y recibir de  Cenicafé las instrucciones para su solución. 

El caficultor puede, por ejemplo, reportar el clima y la pluviometría desde su finca, y el sistema determinar las coordenadas exactas de la ubicación. Serán 450.000 estaciones agroclimáticas al servicio del gremio. A su vez, le permite  al comité recordarle al productor las fechas para las actividades principales del cultivo, abonamiento, control de malezas y de broca, por región, vereda y ecotopo. El cafetero puede recibir ayuda con una aplicación especial para llevar la contabilidad de su finca y conocer los resultados día a día.

Con una tableta también puede estar actualizado en el comportamiento del mercado, vender su café aprovechando los mejores precios, y hacer la entrega el sábado; es decir, cerrar contratos de venta de café a futuro, sin necesidad de esperar hasta que pueda desplazarse al pueblo.

Estos y muchos más servicios puede obtener el agricultor, sin moverse de su finca, con la ayuda del hijo que ya conoce del internet, y de desarrolladores de programas diseñen opciones a las que puedan acceder fácilmente, sin necesidad de mucha capacitación, bien diseñadas, con colores y gráficas sencillas y contenidos pertinentes permiten acceder sin conocimientos previos de tecnologías informáticas.

Está demostrado - con la experiencia de la Cédula Cafetera Inteligente - que todo lo que es útil al productor él lo asimila, y domina fácilmente. Así lo ha reconocido “Better Than Cash Alliance”, alianza de gobiernos, sector privado y organismos de desarrollo que buscan cambiar pagos en efectivo por electrónicos, al afirmar que la cédula se ha convertido en referente para otros países. Orgullo para quienes la creamos.

El más humilde agricultor puede tener baja escolaridad e ignorar muchas cosas, pero todos han demostrado su inteligencia para sobrevivir con el cultivo y adaptarse al mundo moderno. La tecnología nos ha dado la oportunidad de reducir las distancias entre el campo y la ciudad. Se requiere garantizarle al habitante rural el acceso a las comodidades del urbano, y así convertirlos en ciudadanos de la “agrópolis”.

Adicional a la asistencia técnica, que se presta de la misma manera desde hace 50 años, se debe conseguir a través de tabletas electrónicas acceso a cursos de formación, consultas con médicos y especialistas, y posibilidades para suplir múltiples necesidades que lo hagan sentir como un ciudadano del campo y no como un campesino del siglo pasado.

De poco sirve enunciar un nuevo plan estratégico con más de lo mismo, si no se implementan los medios para que la tecnología puedan llegar al agricultor de manera oportuna, dando alcance a una promesa incumplida por seis años.

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