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Analistas 20/02/2018

Amenazas cafeteras

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

Absurdas me parecen las propuestas de líderes que reclaman congelar el parque cafetero.

Cuando la tasa de cambio baja un poco y se mantienen estables el precio internacional y el precio interno pagado por carga de café, comienzan los análisis apocalípticos argumentando que, la tasa de cambio y la excelente cosecha han ocultado problemas reales.

Por el contrario, considero que los medios de comunicación deberían esperar al menos un mes para hacer sus análisis con ocasión de un cambio en el precio del café, por cuanto se ha demostrado que las notas salen cuando ya el precio interno se ha recuperado y la grave noticia pierde toda actualidad, así como seriedad y credibilidad.

Un árbol de café, que se siembra para 25 años exige análisis de largo plazo y los resultados, por ejemplo, de los últimos 15 años, son muy alentadores en cuanto a la demanda -que ha crecido en cerca de 50%, de 100 a 150 millones de sacos-, buena razón para entender la estabilidad en el precio internacional.

Además de la excelente noticia sobre la necesidad de abastecer el mercado en los próximos cinco años, con 30 millones de sacos adicionales. Desde luego entendiendo que la estabilidad del precio se debe, en buena parte, a que los países productores han aumentado en el mismo periodo la producción en un 50% manteniendo equilibradas, la oferta y la demanda.

En el trabajo recientemente publicado por Steven Topik y Mario Samper, “La cadena de mercancías del café latinoamericano: Brasil y Costa Rica”, se menciona el aumento del consumo de café en el mundo, cuando la oferta siguió a la demanda y el precio se mantuvo estable, dando acceso a la bebida a miles de personas, y sugieren que el café pasó de ser una bebida noble y luego burguesa, a ser una bebida de las masas proletarias.

También mencionan Topik y Samper que cuando la torrefacción se inició, el consumo aumentó, pero los productores fueron perdiendo el control del mercado, pasando a manos de los tostadores y comercializadores; un fenómeno de concentración del mercado de compradores, que se ha venido presentado en los últimos cien años.

Por lo tanto, las bolsas de futuros de café, en mi concepto son una gran contribución al negocio, ya que nos favorecen muchísimo cuando los mercados de futuros tienen la expectativa de escasez, -por cualquier noticia de clima, plaga, guerra, obstáculos de transporte, por ejemplo- así sea pasajera, porque los productores tenemos la posibilidad de aprovechar esa necesidad del comprador por asegurar un precio de abastecimiento y vender el café a futuro, asegurando un precio para el productor.

Desde luego este es un mecanismo que detestan los productores cuando la bolsa va hacia abajo, inclusive reclaman que no exista este mercado.

Sin embargo 2017 que fue un año relativamente estable, permitió a los cafeteros que lo desearon vender su cosecha a futuro seis meses antes, a precios 20% y 25% por encima sobre los que no lo hicieron, solo por citar un ejemplo. Parte del oficio es lograr que en esos pequeños picos de precio todos los productores aprovechen estos mecanismos del mercado.

Recuerdo un experto que me decía que a muchos cafeteros no les gustaba vender café, porque cuando sube no lo venden esperando que suba más, y cuando baja tampoco lo venden esperando que vuelva a subir.

Absurdas me parecen las propuestas de algunos líderes que reclaman congelar el parque cafetero e inclusive reducir áreas, cuando la meta debe ser recuperar 12% de participación en el mercado mundial, lo que implica llegar a producir 20 millones de sacos. Lo contrario será resignarnos a que otros lo hagan.

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