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Analistas 07/09/2023

El Asperger que nunca fue

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ

Esta semana como es de costumbre la familia presidencia dio de qué hablar. De nuevo su hermano, Juan Fernando Petro, célebre en campaña por el supuesto pacto en las cárceles para apoyar al hoy presidente. Como es evidente la táctica y la estrategia no es el fuerte familiar, pues ni su hermano y mucho menos su hijo, han logrado ayudar a sacar al presidente del bache.

Con el afán de justificar a su hermano, de tirarle un salvavidas (pinchado), salió a decir que su hermano Gustavo Petro padecía del síndrome de asperger, que para quienes realmente han sido diagnosticados, les genera dificultades en la comunicación, interacción social, entre otros, síndrome que se encuentra dentro de la familia de los trastornos del espectro autista (TEA) y en la última época ha sonado mucho porque se dice que varios genios y reconocidos pensadores lo padecen.

Desde Bill Gates, Carl Sagan, Anthony Hopkins, Isaac Newton y hasta Lionel Messi han sido relacionados con este síndrome. Es claro que su hermano lo que quiso fue justificar la incongruencia, incoherencia y desconexión del presidente Petro con su cargo, la responsabilidad, el compromisos, las promesas de su programa de gobierno, su falta de puntualidad, con el idea de que Petro no es otra cosa que un genio incomprendido por una sociedad ignorante que lo único que quiere es permanecer en el ostracismo y olvida ver el visionario que tenemos como presidente.

Al poco tiempo tanto el hermano, como el presidente confirmaron que no había tal diagnóstico por lo que sigue rondando el fantasma entorno a qué se debe la impericia del gobierno. Como lo dije en la columna Gustavo el Narciso, era crónica de una muerte anunciada y vuelvo a traer lo que en el año 2012 Daniel García-Peña en su carta de renuncia le dice al Petro del pasado, que cuadra perfecto con el Petro del presente: “Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota. La democracia no es sólo un ideal sino que implica prácticas de respeto y solidaridad, especialmente cuando se trata del uso del poder al servicio de la transformación social. La repetida impuntualidad no es nada distinto a un profundo irrespeto por los demás. La política del amor no es sólo una bella frase, sino un profundo replanteamiento de la política.”

Esto nos deja ver que como sociedad no aprendemos de los procesos anteriores, que definitivamente quien nos gobierna hoy no tiene por lo menos hoy claras las prioridades de la agenda de un jefe de estado, que un buen discurso no es sinónimo de una buena ejecución, que tirar piedras no se equipara a gobernar un país y comportarse como un demócrata y un estadista, que Colombia se equivocó y el cambio no fue solo más de lo mismo, sino que resultó -hasta ahora- peor el remedio que la enfermedad.

Lo del asperger es apenas una anécdota que sirve de reflexión a todo un país para mirarnos y entender que no estamos tomando buenas decisiones, que votar en contra de otro o por el menos peor no es una opción si queremos cambiar nuestra realidad. Quejarse no sirve de nada a estas alturas, es el momento de que como ciudadanos asumamos nuestra responsabilidad de que con el voto estamos conduciendo el país al caos que hoy nos lidera, en este caso la entropía no es creadora, es disociadora. Mientras en el país cada vez suenan más fuertes las alarmas de recesión, nosotros nos quedamos de brazos cruzados esperando un milagro. Así que como siempre lo he dicho: si queremos ser como Japón, aprendamos a comportarnos como japoneses.

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