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Un grupo de científicos compuesto por médicos (epidemiólogos y virólogos), politólogos y economistas de varios países hacen un llamado a una triple respuesta europea para enfrentar el covid. Se trata de una estrategia regional de erradicación que se fundamenta en tres acciones concomitantes: vacunación, zonas verdes y estrategias y tecnologías de analítica y rastreo.
Conscientes de que la meta de inmunización de 70% de los europeos por inmunidad de rebaño no se podrá alcanzar para el verano, entre otras razones por las dificultades en la entrega de vacunas que alteran los cronogramas de inoculación y por la aparición de nuevas variantes del virus que conspiran contra la eficacia plena de estas, no solo podría apostarse a esta estrategia de inmunidad, sino que será necesario -para frenar la propagación- unos estándares comunes de salud pública tendientes a establecer y preservar zonas verdes libres del virus y, adicionalmente, para los viajes esenciales, complementarse con un sistema eficaz de test y rastreo.
Lo novedoso en esta triple respuesta, no es el imperativo de la inmunidad de rebaño y la capacidad de rastreo, que se deben mantener. Lo singular está en que la erradicación será combinada con zonificación rigurosa que recibe la “etiqueta verde” a partir del momento en que se acerca a las cero transmisiones. Estas zonificaciones, incluso en ciudades muy pobladas de China, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Australia han sido exitosas, y en Europa, en primeros meses 2020, tuvieron la misma efectividad.
Los expertos consideran la necesidad de establecer unas zonas pequeñas que permitirán alcanzar los objetivos más rápido. Se trata de una zonificación política y socialmente aceptable -viable en términos locales- que responda a divisiones políticas internas (regiones, departamentos o Estados, e incluso ciudades y pueblos).
Estas zonas, de manera progresiva, volverían a la normalidad, facilitando el retorno pleno de actividades en colegios, restaurantes, turismo y comercio, entre otros sectores. Los viajes también se reactivarían, pues las personas podrán desplazarse de una zona verde a otra y en el interior de cada una de ellas. De ahí que las respuestas sean concomitantes: hay que evitar la reintroducción del virus con medidas de contención rápidas como los test negativos y las cuarentenas de viajeros. En lugares de mucho tránsito e importante número de visitantes, se necesitará un sistema eficaz de test y rastreo.
Necesario esfuerzo de salud pública y prosperidad económica, que demostraría que salud y economía no riñen, que se complementan y alivian la fatiga de la población.
Por su parte, la Unión Europea debate la implementación de un pasaporte vacunal, considerado como una medida urgente para unos y prematura y discriminatoria para otros. Sin embargo, uno podría entender que estos últimos tienen razón en lo prematuro, si pensamos que la población vacunada es absolutamente insuficiente, y más grave, que aún no está claro que los vacunados no transmiten el virus. Respecto de que es una medida discriminatoria frente a los que no han sido vacunados o que recelan de la vacuna, no compartimos el argumento de que se trata de una negación de derechos, y si en gracia de discusión lo fuera, el pasaporte sería tan restrictivo como los test, cuarentenas o límites perimetrales que actualmente se imponen.
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