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Analistas 18/03/2021

Giro complicado

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

Inicia en Anchorage (Alaska), la primera reunión de funcionarios de alto nivel de Estados Unidos y China. Esta cumbre de dos días es el primer encuentro -en persona- para el gobierno estadounidense de Joe Biden que funge como anfitrión. Antony Blinken, secretario de Estado, y Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional, se sentarán con Yang Jiechi, miembro del Politburó y jefe de diplomacia del Partido Comunista Chino (PCCh), y con Wang Yi, asesor de Estado y ministro de relaciones exteriores.

Propios y extraños confían que la cumbre arroje un rumbo más distencionado de las relaciones entre las dos principales economías del mundo. El anterior inquilino de la Casa Blanca tensó al máximo la relación, de ahí que desde hace dos meses lleguen desde Zhongnanhai -sede del gobierno de la República Popular China- palabras en tono conciliador, apostando a un diálogo en diferentes áreas y en múltiples niveles.

Sin embargo, esto no será fácil. La política exterior estadounidense no tiene mayor margen de maniobra para definir un giro radical. El evidente proteccionismo económico hacia fuera del gobierno de Trump, enarbolado hacia adentro como un nacional-populismo, obligó a Biden -desde la campaña- a reforzar la idea de bienes industriales Made in America. Lo anterior, sumado a la covid que evidenció cuán dependiente es Occidente de la producción china, comprometió al nuevo gobierno a evaluar, de forma urgente, durante sus primeros 100 días, las cadenas de suministro de semiconductores, de los principios activos de medicamentos, de las baterías de vehículos eléctricos y de los minerales.

Cuando se empezaba a olvidar la falta de equipos de protección personal y mascarillas para el personal sanitario al comienzo de la pandemia, surge la escasez de chips semiconductores -vitales para la industria automotriz- que viene desacelerando la producción de este sector y amenaza su empleabilidad. Así, el suministro en sectores de defensa, salud pública y biotecnología, tecnologías de telecomunicación, energía, transporte y producción de alimentos y provisión de materias primas agrícolas es prioritario para la seguridad estratégica de los EE.UU.

Por su parte, el ministro de relaciones exteriores chino, se ha referido a las sanciones impuestas por la anterior administración a empresas del sector tecnológico, proponiendo al nuevo gobierno de los EE.UU., abandonar la política de “los aranceles poco razonables y la supresión irracional del progreso tecnológico de China”.

La dimensión política no brinda mejor margen de maniobra que el económico, por el contrario, para Biden las presiones hacia Taiwán, las dificultades democráticas que atraviesa Hong Kong y las violaciones de los derechos humanos contra la minoría Uigur, en Sinkiang, son aspectos que no favorecen la flexibilidad. Y aunque Xi Jinping considera estas cuestiones como internas y de interés nacional, es difícil abstraerse, sobre todo cuando se hace público que los minuciosos registros de las autoridades de Sinkiang se componen de 137 páginas de columnas y filas que incluyen la frecuencia con la que uigures rezan, cómo se visten, a quiénes contactan y cómo se comportan sus familias. Registros determinantes para que los incluyan en el “programa de capacitación vocacional en Sinkiang”, que tiene “el propósito de combatir el terrorismo y el extremismo religioso”.

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