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Analistas 27/04/2023

Balance alentador

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

Las negociaciones políticas que afectan a los Estados y sus gobiernos necesariamente involucran a líderes políticos y diplomáticos de alto nivel que, de alguna manera, puedan comprometerlos vía concesiones. Tarea nada fácil, y menos con las expectativas de una presión mediática y una opinión pública que suele responder a intereses económicos y réditos políticos.

El número de delegaciones que participan y el tiempo destinado para negociar, también suma a la dificultad, si es a 20 bandas y en poco más de tres horas, el propósito parecería inalcanzable. De ahí que la Cumbre del pasado martes en Bogotá, convocada con el propósito central de volver a sentar en México al gobierno venezolano y las fuerzas de oposición, sea todo un éxito. Este diálogo que arbitra Noruega y que no fluía desde noviembre pasado es vital para definir un calendario electoral en Venezuela, para concretar el fondo de inversión social y solicitar de común acuerdo el levantamiento de las sanciones. Así, sería muy mezquino no reconocer que las conclusiones que se limitaron a estos tres puntos, no abren un panorama más alentador. En otras palabras, se definió una agenda acotada y alcanzable para la continuidad del diálogo.

No obstante, los medios e interesados en ver el vaso vacío, solo quieren destacar el incidente con Juan Guaidó, líder opositor venezolano -que nadie esperaba- y que a última hora anunció su presencia en Colombia entrando por una ruta irregular desde Venezuela. Los convocados a la Cumbre, incluso los opositores citados, percibieron el repentino arribo como un boicot. Guaidó fue acompañado por las autoridades migratorias colombianas a tomar un vuelo a Miami.

Los preparativos de las Cumbres suelen ser tan o más desafiantes que la propia Cumbre, su legitimidad se juega ahí y este caso no fue la excepción. La complejidad empezaba por conseguir los avales para la cita, tanto el de Nicolás Maduro como el de representantes de la oposición. Esto implicó reuniones previas, unas en Caracas y otras en Bogotá, bajo los buenos oficios del presidente colombiano. El respaldo de terceros también fue clave, sentar delegaciones de Alemania, Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Honduras, Italia, México, Noruega, Portugal, Reino Unido, San Vicente y las Granadinas, Sudáfrica y Turquía, además del alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, no es menor.

Lo que viene no es fácil, porque el gobierno de Maduro no está entusiasmado en unas elecciones que lo lleven a perder el poder después de tenerlo por 10 años. Acordar unas presidenciales con garantías democráticas en 2024 es un riesgo real. Lo urgente para aliviar a los venezolanos en general, es descongelar los fondos que están en el extranjero y que se puedan invertir en acciones sociales. Esto solo será factible si gobierno y oposición lo solicitan. Si bien es claro que en ningún caso, supone entregarle dinero al Gobierno de Maduro, los EE.UU. advirtieron la posibilidad de que los acreedores de Venezuela exijan el pago de sus deudas una vez liberados los fondos.

En todo caso la idea es que la ONU cree un fondo social de unos US$3.000 millones con los dineros congelados en numerosos países y que esta Organización canalice el mismo hacia escuelas, hospitales, red eléctrica, etc.

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