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Analistas 27/07/2023

¿Fuerzas regionales?

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico

Las políticas públicas están conectadas con los gobiernos y el poder político que le sirve de base. Hay un esfuerzo electoral necesario de los diferentes movimientos y partidos políticos que luchan por adquirir el manejo del Estado. Todo el conjunto de normas, sentencias, experiencias y conocimientos que configuran el régimen político es un gran tesoro que se debe fortalecer y salvaguardar.

En este sentido tenemos que diseñar las políticas públicas necesarias para construir nuestro Estado Regional si queremos lograr una estabilidad institucional y tener el liderazgo político para tomar decisiones propias.

Es necesario, incluso, manejar la presidencia de la República con gente del Caribe y otras regiones para derrumbar la visión centralista del país. Se requiere racionalidad gerencial y tecnocracia, también manejo de masas y marketing político con nuevas visiones que construyan una historia nueva con políticas públicas que nos permitan un mayor desarrollo regional.

Cada país tiene su idiosincrasia, su historia y seguramente la experiencia de alguno se podrá estudiar, pero no calcarla. Servirán de inspiración, de modelo, pero no suplantarán el ejercicio de la toma de decisiones de cada nación.

Colombia y sus regiones tienen que amoldarse a la globalización mundial. La democracia que tanto defendemos obliga a rendir cuentas al pueblo que ha escogido a sus gobernantes, pero apenas llegan al poder mantienen los privilegios y facultades del centralismo y no permiten entregar porciones de ese poder a los estamentos regionales.

Si queremos construir un estado moderno tenemos que reconocer que su destino es una administración pública más eficaz y eficiente. Los centralistas creen que la soberanía del Gobierno nacional se pierde si se entrega parte del manejo del Estado a los territorios.

Ese concepto errado nos ha llevado a la concentración de poder en el centro y a fortalecer el centralismo. Tenemos que avanzar en un proceso de descentralización mucho más eficaz que permita resolver las inequidades intrarregionales.

No se puede argumentar que el Caribe no ha señalado un camino y que no ha luchado por modificar el Estado. Es evidente que nuestra región ha participado en la Constituyente y ha creado la Ley de Regiones para construir un proceso que cambie de una vez por todas el centralismo, pero este ha sido más poderoso que el regionalismo y lo ha aplastado para aplazar indefinidamente las gestiones finales que nos lleven a un Estado Regional.

Seguimos en un Estado centralista fortalecido que afianza las inequidades y las fuerzas regionales no han tenido oportunidad de autogobernarse.

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