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¡Qué pregunta! Quien pueda resolverlo será digno merecedor que me le quite el sombrero. Aún no he tenido el gusto de conocer a dicha persona, ni conozco a nadie que me de referencia suya, sigo en la búsqueda, pero aquel individuo me sigue esquivando. Cosa difícil encontrar a alguien que tenga a todos contentos.
Y pensándolo bien, no sé qué tanto me gustaría parecerme a ella. Estar caminando sobre cáscaras de huevo constantemente, en puntillas, en silencio, con la premisa de no incomodar y no desagradar, priorizando los juicios de aquellos que podrían sentenciarle y como consecuencia invisibilizando su esencia. Trabajo duro.
“Téngale miedo a esas personas que siempre están buscando agradar porque no tienen criterio propio, sello o carácter y sus ideales se modificarán constantemente dependiendo de quién sea su acompañante”. Cómo no ser contradictorio si tenemos al 100% de las personas contentas. Que desgaste, de sólo pensarlo me canso. No es lograble, no es sostenible, no es posible, no es viable: es un total despropósito.
Somos tan diferentes, hemos crecido con valores, motivaciones, sueños y familias tan diversas que es apenas lógico que no le agrademos ni nos agrade todo el mundo.
Si me dieran una moneda por cada vez que he tratado de ser aceptada y que me he dejado desgastar por una crítica, sería millonaria. Mi consejo es ahorrar energía, economizar en esa búsqueda incansable e insaciable, que al final termina siendo un pésimo negocio. El problema es que nos hemos creído el cuento de ser jueces, sentenciamos sin dar la posibilidad a la réplica. Escuchar para responder y escuchar para comprender son dos cosas completamente diferentes; una nos tiene en modo ataque y la otra en modo empatía y aprendizaje. Para los demás, nunca va a ser suficiente lo que estás haciendo, siempre te van a criticar, siempre va a quedar más fácil buscar vacíos en el otro que en uno mismo. Es más cómodo juzgar, señalar y evaluar hacia afuera que hacia adentro. Cada día aprendo a que lo que opinen negativo de mi me importe menos, me afecte menos, me impacte y transforme mi estado de ánimo, mi energía y forma de verme a mí misma menos. La frustración, la crítica, el rechazo ha terminado convirtiéndose en mi aliado silencioso. ¿Me derrumbo, me bloqueo y me estanco o busco como darle la vuelta? Entro en el juego y si me ofenden, ofendo o respiro, y con acciones les demuestro lo contrario. Está bien no coincidir con las expectativas de todo aquel que nos conozca y rodee; modelaje, televisión, radio, redes sociales, prensa escrita, mi constante ha sido la crítica, pero paradójicamente siempre que hay crítica existe su contrario. Lo que pasa es que el primero es más ruidoso y distrae, nos hace perder de vista el objetivo, y caer en eso si que tiene un costo alto. “No aporta nada, está allí por bonita, no sabe presentar, no sabe de música, no sabe actuar, no es bonita, se ríe mucho, está muy seria, no escribe bien, registra lindo y ya, no registra bien, no la lee nadie, dice bobadas”... son tantas palabras destructivas que causan el efecto contrario: robustecen. La sonrisa, alegría, esencia, personalidad, que en ocasiones molesta, han sido a su vez, mis grandes aliados. Es lo único que me importa ahora, tenerlo claro, tenerlo presente, ni por un momento dudar de mi misma porque ahí es cuando dejo que cualquier comentario necio me estanque, me desmotive, me retrase.