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Analistas 05/06/2017

¿País de inmigrantes?

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales
La República Más
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Colombia, a diferencia de muchos de los demás países de América Latina nunca fue un país que promoviera la inmigración. Excepción hecha de algunos republicanos españoles cuya llegada facilitó el Presidente Santos (Eduardo) y un número relativamente pequeño de libaneses y palestinos que fueron llegando en el siglo XX, los casos de inmigrantes son contados con los dedos de la mano.

Por el contrario, Colombia ha sido un país de emigrantes. Hay una diáspora de colombianos en todo el mundo que han salido del país a buscar una mejor vida o porque se sintieron perseguidos políticos o por simple seguridad. Cuántos colombianos salieron no es claro, pero la cifra está en los millones de personas y un buen reflejo de eso son la remesas que envían algunos de estos compatriotas a sus familias y que llega a una suma cercana a US$5.000 millones. 

Repentinamente en medio de la discusión internacional más intensa sobre flujos migratorios, ¡Colombia se está volviendo un país de inmigrantes!. Cuando en Europa se restringen las migraciones de ciudadanos sirios, Gran Bretaña se retira de la Unión Europea por el impacto de los inmigrantes y Donald Trump sale elegido prometiendo sacar a los inmigrantes ilegales, Colombia se vuelve el destino de tres importantes flujos migratorios y quién sabe si estamos preparados para este inusual fenómeno.

El Defensor del Pueblo afirmaba que alrededor de un millón de colombianos que habían salido del país como resultado del conflicto estaría regresando, mientras que la revista Dinero titula un excelente artículo sobre el tema “Fronteras Calientes”. Nos están llegando en efecto muchos colombianos que voluntariamente quieren volver (incluyendo los expulsados de Venezuela). A estos se suma una segunda fuente que son los venezolanos que ha expulsado la crítica situación política y económica. Es frecuente el acento venezolano en Bogotá, Bucaramanga y las ciudades de la costa. Cuántos, no sabemos, pero ya ha habido manifestaciones de preocupación de parte de alcaldes y autoridades regionales. La tercera fuente son los demás. Los cubanos y africanos que llegan para seguir a los Estados Unidos y no pueden, profesionales jóvenes europeos que ante la “Nueva Colombia” y los problemas del Viejo Continente buscan nuevos horizontes y finalmente lo que nos toca de la diáspora china. Y quién sabe cuántos más lleguen con la nueva visa  de “Residente Especial de Paz” que sacó el Gobierno para los militantes y  simpatizantes extranjeros de la desmovilizada guerrilla de las Farc.

Desafortunadamente el país ni diseñó una política migratoria ni está preparado para ella. Esta nueva realidad se presenta repentinamente y en el momento más crítico de nuestro economía en la ultima década y lejos de sacar provecho de la diversidad que representan las migraciones lo que se está presentado son protestas. Protestas de los comerciantes de San Victorino por la llegada de los chinos, protestas por la llegada de los cubanos y desde luego las protestas ya mencionadas por la llegada de los venezolanos.

Es el momento de reflexionar sobre el tema. Colombia no debe cerrar sus fronteras, sino por el contrario abrirlas para atraer, con una política clara, profesionales preparados, técnicos, médicos, mano de obra calificada y fortalecer el capital humano sin ninguna inversión. Tenemos una baja densidad poblacional y seguimos muy aislados del mundo. Debemos procurar que venga mucha más gente a enriquecer nuestro país dejando atrás los temores y conscientes que así se han construido las grandes naciones.

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