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Analistas 18/07/2023

Mundo complejo

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Parecería ser que la Guerra de Ucrania destapó una serie de tensiones en el mundo que solo se habían manifestado como fenómenos aislados, pero que hoy los estamos viendo como un conjunto de elementos articulados que amenazan con la paz mundial y ponen sobre el tapete la posibilidad de una cuarta guerra mundial y una confrontación atómica.

Se inició con una guerra comercial entre los Estados Unidos y China cuando el presidente Trump decidió imponer aranceles a una gran cantidad de productos de origen chino con el argumento de la seguridad nacional violando compromisos adquiridos por su país en la OMC.

Esta tensión se prolongó bajo la administración Biden quien perpetuó las restricciones y a ello se sumó una confrontación por el acceso a nuevas tecnologías con acusaciones de violación a los derechos de propiedad intelectual.

Del campo económico la confrontación EE.UU.-China paso al campo de la geopolítica cuando diferentes congresistas del país del norte, empezando por la señora Pelossi, decidieron emprender viajes “oficiales” a Taiwán desafiando la política China de “Una sola China” que la república asiática ha sostenido desde los tiempos en que el General Chang Kai-Sheck se refugió del avance comunista en la isla de Formosa. A

un más tenso se ha puesto el panorama con dos incidentes militares que fueron el derribo de unos globos que resultaron ser instrumentos meteorológicos y los patrullajes de la flota americana en aguas del océano Indico en virtud de tratados con varias islas repúblicas de océano Pacífico. A este último desafío ha respondido China con un esfuerzo por consolidar un bloque asiático de países no alineados con occidente.

En Europa las naciones de la comunidad europea y los Estados Unidos pasaron “de agache” cuando Rusia invadió a Crimea. Esa política de apaciguamiento paso su factura y envalentonó a Rusia que se creyó con el derecho de anexar toda Ucrania, en un primer paso para restablecer el imperio soviético habiendo ya ejercido pleno control sobre algunas de las naciones de la antigua unión como Bielorrusia. Como ha debido ser desde un principio, los países de la Otan reaccionaron ante una nueva incursión rusa y ello exacerbó la polarización mundial latente.

Rusia, bien directamente o a través de las fuerzas paramilitares del malogrado grupo Wagner había intervenido en conflictos en el norte de África y ha jugado un papel importante en sostener a Bashar al-Sasad en Siria y era manifiesto su interés por ser un jugador importante en la geopolítica global apoyando regímenes totalitarios como el de nuestro vecino Maduro.

Tres grandes potencias que han estado jugando en el nuevo escenario de un mundo en que la hegemonía de EE.UU. y occidente parece debilitarse se han visto obligados a poner sus cartas sobre la mesa con la guerra ucraniana. Los países del mundo se han venido alineando y la Naciones Unidas ha resultado ser un instrumento obsoleto sin capacidad de incidir en los acontecimientos.

Puntos negros en la geopolítica mundial como Corea del Norte y el conflicto árabe-israelí cobran importancia sacando provecho e incrementado la incertidumbre. En un escenario cada vez más incierto los países optan por caminos de la radicalización que tan solo lograran deteriorar aún más la situación y de ahí el peligro de un triunfo de Trump en EE.UU. Y en ese mundo Colombia no ha navegado con inteligencia, sino que ha dado bandazos que la deja en una posición muy precaria.

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