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Analistas 07/12/2021

Héroes

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

La humanidad siempre ha soñado en momentos de amenaza o incertidumbre con encontrar un héroe que salve la jornada. Esa idea está incrustada en nuestra cultura cristiana, ya que, en esta religión, como en otras, hay un salvador que nos rescata en los momentos de peligro. Esa salvación, que para la gran mayoría es espiritual y de nuestra alma en otra vida que existe más allá de esta, se calca a la realidad de los desvalidos que buscan primero en la religión el milagro que los saque de su penuria y más frecuentemente en el héroe, que al igual que los personajes de las tiras animadas, salva a la humanidad, pone fin al sufrimiento y da al traste con las amenazas.

La sociedad enaltece la figura del héroe y los medios de comunicación los buscan para homenajear su condición. Pero esos héroes que buscan no son héroes en el sentido que se entiende tradicionalmente, sino personas admirables que logran dinámicas sociales que transforman sociedades o grupos de personas. Son en realidad líderes sociales que con su práctica cotidiana y su sacrificio motivan y transforman. En el imaginario colectivo el verdadero héroe se basta por sí mismo, tiene los superpoderes o la varita mágica que logra volver la mirra oro y la tragedia bienestar y alegría. El héroe es el que gana la guerra y derrota de un golpe a todos sus adversarios como sucede en las películas de Hollywood donde Sansón o Ulises o algún personaje representado por Tom Cruise logra vencer los adversarios representantes del mal y con su poder y determinación logran el triunfo de los buenos. Para el héroe solo existen dos mundos el de los malos y el de los buenos y es él quien determina quiénes son los unos y los otros.

El individualismo que ciertas formas de capitalismo promueven es campo fértil para el surgimiento de ese héroe que “la logra” como dicen los jóvenes. Es el Pablo Escobar que se convirtió y sigue siendo héroe, no solo en algunas comunas de Medellín sino en las telenovelas de Netflix y en el imaginario muchos jóvenes que quieren emularlo. Lo individual prima sobre lo colectivo y esto hace que las sociedades no se transformen para superar sus problemas, sino que es un individuo, el héroe de la jornada el que salta al ruedo y se presenta con capa y espada a prometer que pronto los problemas serán cosas del pasado.

Es que, en muchas sociedades, y definitivamente en la nuestra, en vez de dedicarnos a resolver los problemas nos concentramos en encontrar al héroe. El héroe que está por encima de las reglas ya que más allá del ordenamiento jurídico y el orden social su promesa, aunque vana, es lograr el objetivo que el pueblo desea. Es un heroísmo fulgurante, de corto plazo que desconoce que la solución a los problemas sociales no surge de la noche a la mañana y requieren, además de tiempo, el esfuerzo colectivo de la sociedad.

En la otra cara de la moneda, la víctima es el antihéroe. “Lo tocó esa suerte porque no trabajó lo suficiente, o porque no es lo suficiente vivo o porque dio papaya”. Después de pandemia y con la mitad de la población en estado de pobreza se busca a ese “Chapulín Colorado” que pueda salvar la ocasión. Al héroe que encuentra en el populismo el medio para asumir su papel de héroe salvador que en un abrir y cerrar de ojos llenará las cestas de comida y traerá la felicidad a los hogares. Pero esos nuevos héroes no son más que el resultado de héroes pasados que envueltos en la bandera patria prometieron y defraudaron.

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