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Analistas 19/12/2016

2017 conjunción de males

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales
La República Más
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En una conferencia a la cual asistí, el profesor Malcolm Deas afirmaba que a Colombia la aquejaba una enfermedad muy bogotana conocida como una “conjunción de males”.  Cuando fallecía una señora mayor de la alta sociedad y se preguntaba por la causa del deceso la respuesta era: murió de una conjunción de males. 

Nunca se sabe cuáles son los males que se juntan y causan  el trágico fin y mucho me temo que en 2017 la patria estará sufriendo esta fatal enfermedad. La diferencia es que en el caso del país, vale la pena identificar cuáles son las dolencias que se juntan. Hay que tener presente que la buena salud del país pasa por lo político, por lo económico y por lo social y es la conjunción de males en estos tres frentes lo que puede llevar a una  grave apoplejía.

Como lo anotó recientemente Carlos Caballero, no todos comparten el optimismo de la revista Semana, ya que en el frente económico lo peor no necesariamente ha quedado atrás, y 2017 será un frente del cual muchos pueden salir lesionados. La inversión se cayó y con los tributos que nos augura la “reforma estructural” es poco probable que los inversionistas nacionales y extranjeros se animen a sacar la platica y ponerla a producir. Según el Tax Competitiveness Index de 2016, y para mencionar nuestros socios, Chile tiene un impuesto sobre utilidades corporativas de 24% y México de 30%; en ambos casos inferior al que resultaría de la reforma, para no hablar de Irlanda, que ostenta uno de 12,5%. Con esa competencia es poco probable que califiquemos. No se le ve salida al déficit en cuenta corriente, ni para ser sinceros, al déficit fiscal. En fin, en este frente, más allá del optimismo oficial, es probable que estemos ante  un fuerte resfriado que si no se cuida puede acabar en neumonía.

En lo político, el año no será fácil. Políticamente el país está fracturado por la mitad como mostró el plebiscito y el año entrante tendremos gran agitación por las candidaturas presidenciales con consultas internas y otras convocatorias de los partidos. Si es que partidos podemos llamar a esas franquicias que los congresistas utilizan para hacerse elegir. Mucha  agitación con partidos débiles y sin mucha plataforma política diferente a la aburrida discusión del fait accompli  del proceso de paz. El partido que sí tiene plataforma política elevada a rango constitucional es el del las Farc, que acordó una agenda política, económica y social que quedo plasmada en el acuerdo. Amanecerá y veremos si el cáncer de la mala política produce daños graves a la salud del paciente.

En lo social, el panorama de 2017 no es menos complicado. El segundo capítulo del acuerdo esboza lo que será la estrategia de movilización de masa del nuevo partido de las Farc. Tendremos marchas campesinas, movilizaciones ciudadanas y según me aseguran algunos empresarios, un nuevo paro camionero. Si a eso se le suma el asesinato de líderes sociales, el auge de las Bacrim, los altos niveles de corrupción y la descomposición social que se refleja en las cifras que están mostrando los abusos de menores y el feminicidio, la cosa es grave. Esta es, tal vez, la más preocupante de las enfermedades y en conjunción con las anteriores puede causar grave daños al cerebro del paciente.

No quiero ser pesimista ni vaticinar el Apocalipsis, pero los síntomas sugieren prudencia del gobierno en el gasto, sabiduría de los partidos políticos y liderazgo moral de quienes todavía lo ejercen. Esa es la receta para el 2017.

Errata: En anterior columna se citó a Peter en vez de Douglas North (1990) “Institutions, Institutional Change and Economic Performance” Cambridge University Press.

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