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Analistas 07/12/2017

Los países bajos

Brigitte Baptiste
Rectora de la Universidad Ean

Los países bajos, con minúscula, son aquellos que tienen grandes extensiones de territorios inundados o inundables por hallarse bajo el nivel del mar. Contienen un conjunto de ecosistemas muy particulares por sus dinámicas hidrológicas que los definen como sistemas lejos del equilibrio o con amplios umbrales de variabilidad temporal. Se requiere para vivir en ellos una mentalidad adaptativa muy particular, que no le tema a la inestabilidad ni al riesgo y que privilegie el conocimiento como fuente central de gestión ambiental. Las sociedades de estos territorios son particulares por este hecho, pues requieren tanto de tecnología como de organización muy robustas para prosperar.

Cuando se busca en la Wiki la palabra “polder”, referente a los diferentes tipos de paisajes hidrológicos manejados (“entidades hidrológicas artificiales”) se encuentra referencias a 18 países, bajos, que hacen uso de ellos. No está Colombia, porque su lucha proverbial contra el agua, seguramente de origen castellano, sigue sin permitirnos entender que la lógica de las inundaciones estacionales, sean producto del péndulo de las mareas o de las estaciones pluviales, debería ser la principal fuente de manejo de al menos una tercera parte de nuestro territorio continental. Las comunidades zenú del pasado fueron el ejemplo de una civilización anfibia que también tuvo en la sabana de Bogotá y el Valle del Cauca ejemplos importantes. Las comunidades negras y presentes en el litoral, sin obras de infraestructura, viven acomodadas con las dinámicas de los ríos y el mar en los esteros de mangle y la inundación es parte de una relación socioecológica que hay que conocer de primera mano para entender. Esa relación es la que recientemente avaló Parques Nacionales al declarar grandes Distritos de Manejo Integral en Bocas del Baudó y Cabo Manglares, a diferencia del acto de creación de Sanquianga hace unas décadas, que al ignorar la dinámica de los pueblos afro de esta región costera de Nariño generó un gran conflicto social. Los pueblos amazónicos conocen como la palma de su mano los territorios de la varzea, y los casanareños, de las sabanas pluviales, hoy día progresivamente transformadas en arrozales que bien manejados podrían ser una opción de construcción cultural sostenible.

Los llamados Países Bajos por otra parte y con mayúscula, son el conjunto de tierras o provincias que hoy día reconocemos como Holanda, una nación que ha construido y manejado “polders” durante siglos y que incluso tiene un régimen de administración colectiva de los mismos que asegura un modelo de gobernanza participativa excepcional y una perspectiva democrática que se refleja en la excepcional apertura cultural de los holandeses y en sus políticas de cooperación global: Colombia ha sido históricamente un país beneficiado por el trabajo conjunto con el pueblo neerlandés, especialmente en la búsqueda de alternativas para manejar las selvas pluviales. El Instituto de Investigaciones Amazónicas Sinchi surgió de una iniciativa de este tipo hace casi 40 años y hoy día los resultados de sus investigaciones constituyen el mejor capital para el diseño de alternativas productivas en el piedemonte amazónico en posconflicto.

Habría que pensar un poco más acerca de las ventajas de ser un país bajo, ecológicamente, pero capaz de mantenerse en alto, culturalmente, como Holanda, a quien hay mucho que agradecer.

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