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Analistas 12/03/2024

Los retos que persisten en las brechas de género

Del total en 2023, 68,4% eran mujeres, en contraste con 31,3% de los hombres, cifra que se ha mantenido desde hace cinco años.

Foto: Gráfico LR

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer marca un hito en la lucha por la igualdad de género y los derechos de las mujeres. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible establece una ruta de acción para el progreso sostenible, donde la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres son componentes integrales de cada uno de los 17 objetivos. La tarea que se esconde detrás de esta meta sigue siendo reducir las brechas existentes entre hombres y mujeres en múltiples ámbitos, inequidades que hoy persisten y continúan limitando el potencial económico y social de la sociedad.

Por esta razón, desde Anif presentamos este mes algunas cifras relevantes en términos de brechas en el mercado laboral, composición empresarial y acceso y uso del crédito, que reflejan los múltiples retos que aún enfrentamos en la lucha de la igualdad de género. Además, destacamos la importancia de abordar cada uno de ellos.

El mercado laboral es uno de los temas sociales y económicos en donde más se evidencian desigualdades entre hombres y mujeres a nivel mundial, y el caso colombiano no es la excepción. Para 2023, la brecha nacional en la tasa global de participación (TGP) entre hombres y mujeres fue de 24 puntos porcentuales (pp) para el total nacional, y en el caso de los jóvenes fue de 15,4pp. En cuanto a la diferencia en la tasa de desempleo, para el total nacional ascendió a 4,6pp y en los jóvenes fue de 7,3pp.

Para entender mejor esa cifra, es importante ahondar en la distribución fuera de la fuerza laboral, es decir, los inactivos. Del total en 2023, 68,4% eran mujeres, en contraste con 31,3% de los hombres, cifra que se ha mantenido desde hace cinco años. Dentro de los inactivos, se encuentran aquellos que estudian y quienes se dedican al trabajo doméstico, así como incapacitados, rentistas y jubilados. En cuanto a la proporción entre hombres y mujeres para aquellos inactivos que estudian, vemos que 49,5% eran mujeres, mostrando que, en términos educativos agregados, no existe una diferencia marcada.

En cuanto al trabajo doméstico, 88% está a cargo de mujeres, muestra clara en este caso de la desigualdad en la distribución de las responsabilidades de cuidado. Asimismo, a la hora de analizar la distribución del tiempo dedicado al trabajo remunerado y no remunerado, y al considerar las normas sociales arraigadas, se observa que las mujeres son quienes asumen las cargas y responsabilidades asociadas al hogar y el cuidado.

Esta disparidad, se evidencia en el tiempo que las mujeres dedican a las labores del cuidado, pues las mujeres gastan el doble de tiempo en trabajos no remunerados en comparación con los hombres. Esta tendencia, se extiende a lo largo de Latinoamérica, donde las mujeres destinan alrededor de tres cuartas partes de su tiempo laboral semanal a las labores de cuidado no remunerado.

Este desequilibrio, crea barreras que impiden a las mujeres concentrarse en mejorar su formación profesional, ascender en sus trabajos a lo largo de su vida laboral y acceder a cargos más altos.
Adicionalmente, las desigualdades en las horas dedicadas al trabajo no remunerado por parte de las mujeres terminan perpetuando la brecha de género en el ámbito laboral y económico, con efectos significativos en otros aspectos, como el ingreso salarial. Para 2023, el salario promedio de los hombres fue equivalente a $1.720.928, mientras que el de las mujeres se situó en $1.538.695 (según cálculos propios con datos de Geih 2023), evidenciando una brecha salarial de $182.233, que representa aproximadamente 15% de un salario mínimo de 2023. Esta disparidad salarial subraya la persistente inequidad de género en el mercado laboral, donde las mujeres continúan enfrentando barreras para acceder a salarios justos y equitativos en comparación con los hombres.

Ahora, para entender las brechas que se desarrollan en torno al mercado laboral, es importante mencionar también el rol de la mujer en el mundo empresarial. De acuerdo con datos de la Encuesta MiPyme Anif (EMP), en Colombia, 46% de las MiPyme son lideradas por mujeres. Las empresas son, en su mayoría, microempresas (63%). Entre más grande sea la empresa, disminuye la prevalencia del liderazgo femenino.

En cuanto al acceso y aprobación de crédito, si bien la EMP sugiere que no hay diferencias en la aprobación de crédito por sexo, las condiciones de acceso son diferentes. Según información del Reporte Especial de inclusión Financiera del Banco de la República (2023), en promedio, las mujeres tienen un monto de aprobación menor y mayores tasas de interés, pese a contar con mejor score crediticio frente a los hombres. Un hecho paradójico, si se tiene en cuenta que las mujeres, además, tienen menores tasas de morosidad.

Como se observa en el gráfico, analizando la distribución de desembolsos semanales por sexo del deudor, en el último mes con información (mayo) se reporta una brecha de $14.500 millones en los montos desembolsados para los hombres con respecto a las mujeres, en microcréditos menores a 25 Smlmv. En los microcréditos entre 25 y 120 Smlmv, los hombres tienen un mayor monto desembolsado en $4.300 millones con respecto a las mujeres. Estas diferencias en los montos aprobados corroboran que las mujeres empresarias tienen un menor respaldo del sector financiero.

Considerando esto, es fundamental reconocer y abordar las barreras que enfrentan las mujeres en el ámbito financiero, desde la desconfianza en la toma de decisiones y planificación financiera, hasta los techos de cristal que limitan su participación en la toma de decisiones a nivel empresarial. Para contrarrestar esta situación, y los demás desafíos en términos de la inclusión, es esencial proporcionar educación financiera a las mujeres y niñas que les permita adquirir habilidades necesarias para tomar decisiones financieras con confianza y autonomía. Asimismo, empoderando a las mujeres para asumir estas responsabilidades, no solo se promueve la igualdad de género, sino que se impulsa el crecimiento económico y el desarrollo sostenible.

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