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Analistas 08/09/2022

Escupirles en la cara

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

El Partido Demócrata en Estados Unidos aprovechó el asesinato de un ciudadano de la raza negra de manos de un policía racista e inhumano para iniciar una campaña de desprestigio de la Policía y buscar su desfinanciamiento. Siguiendo ese mismo libreto, la Colombia Humana -hoy en el poder-, aprovechó la muerte de Dilan Cruz en 2019 para iniciar una estrategia similar encaminada a acabar con el Esmad. A su paso, generaron una gran desconfianza en el ciudadano de a pie, la gente que no tienen otra opción que acudir a las autoridades cuando sus hijos no regresan a casa, los atracan en Transmilenio, los extorsionan en su negocio, le secuestran a un ser querido o son víctimas de alguno de los miles delitos que afectan a diario al pueblo colombiano.

Soy consciente que en el pasado se han cometido abusos y que es necesario reestructurar nuestras Fuerzas Armadas y de Policía para poder responder a la nueva realidad criminal del país, pero no como pretenden el gobierno Petro. La opción no es descabezar años de experiencia por fines políticos, servirle la cabeza de nuestros policías a los criminales o proponer la creación de grupos de vigilancia campesina e indígena para que los reemplacen.

Cuando el narcotráfico tenía arrodillada a la institucionalidad en los 90, fue el Plan Colombia -y posteriormente la Seguridad Democrática- lo que permitió el fortalecimiento institucional e hizo posible devolver la credibilidad y la moral a la fuerza pública. Tristemente el escándalo de ‘los falsos positivos’ ha empañado muchos de los logros, pero la realidad es que fue gracias a esa política de Estado que se pudo profesionalizar y humanizar a la fuerza y sentir un gran respeto y orgullo por nuestros uniformados.

Por eso cuando un senador de la República insulta a un policía que está cumpliendo con su deber a las 4am, no solo está agrediendo a la autoridad cuya labor es proteger la vida y la integridad de todos los colombianos. Insulta a toda una institución que lleva décadas enfrentando lo más violento del narcotráfico y la delincuencia organizada. Y mientras algunos periodistas se dedican a hacer trizas la moral de la fuerza, es gracias a esos valientes que el resto de colombianos podemos dormir tranquilos.

Pero más allá de las excusas de rigor o si el señor Alex Flórez es alcohólico, adicto a la prostitución o un presunto abusador de niñas o niños menores de edad, la falta de respeto por la autoridad es caldo de cultivo para que los señores de la Primera Línea, el Clan del Golfo, la Oficina de Envigado, el ELN, las Farc -póngales el rótulo que quiera-, masacren y asesinen policías con la excusa que son abusadores, que es delito político o que lo hacen para lograr un asiento en la mesa de negociación de la Paz Total.

Al final el gobierno tiene una gran responsabilidad frente al país. O sigue argumentando que nuestros uniformados son unos violadores de derechos humanos y le da la espalda a las instituciones, o entiende que el fortalecimiento, la modernización, profesionalización y empoderamiento de nuestras Fuerzas Armadas y de Policía son la única manera de sacar adelante un país dividido, con altas tasas de criminalidad -y aún- en guerra.

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