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Analistas 29/10/2025

Encerrados y atascados: un retroceso total

Andrés Guillén G.
Socio director Guillen & Guillen Abogados
La República Más

“Ya no sólo sufríamos secuestros, nos estábamos acostumbrando a convivir con los atentados, las masacres, los ataques a poblaciones, la destrucción de nuestro patrimonio social y los magnicidios, acciones todas producidas por el narcotráfico, los paramilitares, la guerrilla y la delincuencia común.” Esta cita, extraída del libro Entrelazados, del expresidente César Gaviria, refleja la situación de nuestro país a finales de 1989 y principios de los 90. Es asombroso y aterrador cómo, palabra por palabra, esta descripción se asemeja a la realidad nacional actual. Lo más preocupante es que, aunque los problemas no necesariamente se deben directamente a las acciones del gobierno, su inacción, silencio cómplice y pasividad y por qué no decirlo su complacencia con los delincuentes, han permitido que estos fenómenos persistan y aumenten. La situación se agrava aún más cuando observamos que, bajo el pretexto de su proyecto de ley para la paz total, el gobierno confunde y manipula el concepto de tolerancia con el de impunidad total, para ocultar los verdaderos problemas que derivan de la falta de voluntad política para la lucha contra estos fenómenos y de la incapacidad, provocada, de las instituciones para enfrentarlos.

Además, y como si todo lo anterior no fuera poco, estamos atrapados en una especie de caparazón proteccionista que el Gobierno, con su ideología errónea, ha instaurado. Esta postura no solo nos aísla del mundo, sino que también crea barreras para los empresarios, impidiendo que el país avance. Hacer un llamado constante a las minorías, en el extranjero encima de todo, mientras se atacan a nuestros socios comerciales, bajo el disfraz de una falsa soberanía, es un intento de ocultar la incapacidad para gobernar. Es difícil no pensar que, en realidad, esta supuesta incapacidad es parte de un plan estratégico para perpetuarse en el poder creando caos, destruyendo.

Es una afirmación que parece irreal, pero la evidencia sugiere que el Gobierno actual no solo es ineficaz, sino que actúa de manera deliberada para perjudicar a la sociedad. Todos los días somos testigos de un accionar errático en el ejecutivo, donde las excusas y las mentiras se intentan convertir en verdades aceptadas.

En un mundo que se ha vuelto plano, donde las fronteras son cada vez más difusas gracias a la tecnología y las comunicaciones, es fundamental no aislarse, estar abiertos a progresar, a nuevas ideologías, hay que ser pragmáticos y no encerrarse en dogmas ideológicos, por demás, erróneos e infranqueables

No podemos permitir que se nos convenza, entre otras, de que la infraestructura, vital para mover la economía, es solo un privilegio de unos pocos. La afirmación de que las carreteras son para “los ricos” es un error garrafal. Los temas que deberían ser cómicos, como los discursos cósmicos, se convierten en tragedias cuando afectan el progreso de nuestra sociedad. Estamos atascados en una parálisis provocada por la actual administración.

Es imperativo que haya un cambio radical en nuestros líderes; no es una opción, sino una necesidad urgente. En este contexto de crisis, el gobierno intenta convencernos, de manera sutil y casi imperceptible, de que somos incapaces como sociedad, que no podemos avanzar y que estamos divididos entre nosotros. Sin embargo, es crucial mantener la fe y la esperanza, así como una voluntad real de cambio. Debemos exigir un futuro mejor. Hoy, el Gobierno y el Estado han perdido su propósito esencial de regular y servir como instrumentos de prosperidad. En cambio, se han convertido en obstáculos y enemigos del empresariado y del pueblo. Los partidos políticos, que deberían ser fuentes de ideas y proyectos, se han transformado en maquinarias para el enriquecimiento personal y la repartición de la burocracia estatal. La situación es crítica, y si seguimos esperando a que surjan “mesías” o líderes que se crean tales, no lograremos salir de este estancamiento. En un mundo interdependiente cultural y económicamente, mantener una política proteccionista cerrada es un acto de autismo político y social. Se requiere un estado pequeño, una infraestructura sólida, unas fuerzas armadas eficaces, una salud funcionando y una justicia fortalecida.

Remte. Es inaceptable el actuar del Ministro de Justicia saliente. Basta con revisar las funciones de dicho ministerio para entender que su actuar estuvo más dirigido a la política y a sus intereses personales y de su jefe que a cumplir con su verdadero propósito, mientras que la rama jurisdiccional saca la cara y nos protege de este horror de Gobierno.

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