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Analistas 07/01/2014

La tragedia venezolana

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities
La República Más
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Un gran amigo venezolano me contó hace unos días una de las historias más terroríficas de delincuencia común que he oído en toda mi vida. Me contaba Antonio, mi amigo, que había estado visitando a sus padres en Caracas por unos días, y que una de las noches había aprovechado para salir a comer con unos conocidos. Entre otras cosas, esa noche, me dijo él, habían decidido pedir una botella de whisky. Al preguntar Antonio el precio, el mesero no tuvo respuesta, pues el precio de la botella cambia cada 30 minutos, dependiendo de cómo se mueva la moneda paralela (tasa de cambio negra). Pero aquello es una minucia. Lo que le contaron los amigos de Antonio a Antonio es lo realmente escalofriante.

Cuenta Antonio que al papá de un amigo de un amigo que vive en las Mercedes, uno de los mejores barrios de Caracas, se le habían metido los ladrones a la casa un domingo por la noche. Ante la cotidianidad de los atracos a las casas, el señor de la casa decidió tomar la actitud pragmática, para evitar que hubiera violencia en contra de él, su esposa, o de su hijo de 21 años. Invitó entonces a los atracadores a comer y a tomarse un whisky en la sala. Al compás del whisky y los sándwiches que les brindó el señor a los criminales, los tipos le desocuparon la casa y la caja fuerte. Ya a punto de salir de la casa los atracadores, el jefe de la banda se voltea y le dice al dueño de la casa: “mira pana, muchas gracias por tu hospitalidad, muy buenos los sándwiches. Ahora, yo miro esta casa y veo que quedó desocupada, pero seguro que dentro de seis meses ya la tienes llena nuevamente y en un año ya seguro se te olvidó todo esto. Por lo tanto, me toca dejarte un detalle para que nunca se te olvide esta noche.” Acto seguido, el criminal saca su pistola y le pega un tiro en la cabeza al muchacho de 21 años ante un padre que mira en desconcierto.

Esta es la tragedia venezolana. La tragedia venezolana no es solo que no haya papel higiénico en los supermercados, que no haya pollo, que no haya leche, que la moneda paralela valga $65 cuando la oficial vale $6,3. La tragedia venezolana es que el difunto Hugo Chávez Frías y su reemplazante, el ilegítimo Nicolás Maduro, han logrado generar tanto nivel de rencor en su país, que ya nada tiene límites. Recuerden algunas de las frases celebres del Coronel Chávez: “Ser rico es malo”, “malditos pitiyanquis”, “exprópiese”, “usureros”, “títeres del imperio”, “el capitalismo acabo con la vida en Marte”.

El génesis del Socialismo del Siglo 21 es la envidia, la pereza, y el total colapso del emprendimiento dentro de la sociedad. Cuando un país trata como un criminal a la persona que se esfuerza para salir adelante, colapsa. En la Venezuela de hoy, es más rentable ir a una clase de lectura una vez por semana en alguna misión, que ir a trabajar como cajero en un restaurante. En la Venezuela de hoy se necesita ser un completo maniático para armar una industria de muebles, sabiendo que si le va bien, acto seguido vendrá algún chavista resentido a pedir la expropiación de ese “rico pitiyanqui”.

Desde que asumió Hugo Chávez las riendas de Venezuela, el Bolívar, la moneda oficial, ha pasado de comprar US$1,78 por cada Bolívar a comprar US$0,0154 por cada Bolívar. Mejor dicho, el poder adquisitivo del Bolívar se ha desplomado en un 99,1% en 14 años. Para comparar, en el caso de Chile, un peso Chileno ha pasado de comprar $0.0018 dólares en 1999 a comprar $0,0019 dólares hoy en día. Mejor dicho, hoy en día el peso chileno compra 7% más dólares de los que compraba en 1999. La razón detrás de la diferencia es muy clara: en Chile se respeta y se consiente al emprendedor. La envidia es un pésimo gestor de políticas económicas, y en Chile la envidia no gobierna. Que tragedia que en muchos lugares de nuestra Latinoamérica la envidia aún sea la principal gestora del plan de gobierno.

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