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Analistas 11/03/2020

Hacia la productividad

Abelardo De La Espriella
Director general DE LA ESPRIELLA Lawyers Enterprise

Los portavoces del tremendismo, aquellos que se resisten a ver los aspectos positivos del estado de nuestra economía, se niegan a reconocer los buenos resultados de la misma, a pesar de las dificultades que Iván Duque heredó del gobierno anterior.

Según el Dane, la economía nacional creció 3,3% el año pasado, un porcentaje significativo, si lo comparamos con el de otras en la región. Chile -país envuelto en una colosal crisis política y social-, creció 2%, mientras que Ecuador terminó en números rojos.

De Venezuela, país que hace muchos años resolvió pisotear la prosperidad, es mejor no hablar. El FMI calculó en 35% la contracción de la economía de esa nación, con una hiperinflación superior a 7.000%.

Debemos concluir que, aunque no estamos en el mejor de los mundos, Colombia goza de una buena salud en materia económica. Gracias a la voluntad del Gobierno se reactivó la producción de hidrocarburos, fuente innegable de riqueza, que debe ser invertida con inteligencia y visión de futuro.

En los años 30 de la centuria pasada, cuando empezó la expansión petrolera venezolana, el escritor y dirigente político de ese país Arturo Uslar Pietri planteó la necesidad de aprovechar al máximo la riqueza que generaría la explotación, acuñando una frase que se hizo célebre: “Sembrar el petróleo”.

Los colombianos nos encontramos frente a la inminente y necesaria implementación de nuevas tecnologías que aceleren responsablemente la producción petrolera. Me refiero a la estimulación hidráulica, conocida popularmente como fracking. Defiendo plenamente la incorporación de esta técnica a este ramo, la cual -como es natural-, debe adelantarse con rigurosidad y respetando protocolos que eviten riesgos medioambientales.

Con un aumento en la producción de petróleo y gas, Colombia contará con los recursos suficientes para financiar grandes proyectos de infraestructura, que, a su vez, catalizarán la expansión productiva de nuestro país.

Además de enfocarnos en el emprendimiento de grandes proyectos de infraestructura, debemos trazar una política de Estado que se la juegue a fondo por el crecimiento económico, generando oportunidades para la inversión y garantizando seguridad jurídica para los capitales. Las tasas impositivas desestimulan a quienes ven en Colombia un destino interesante para el desarrollo de nuevos proyectos productivos, que generan riqueza y estimulan el empleo. Aquel es un asunto que merece ser revisado.

Además de ello, está el factor de lo que he llamado la “hiperpolitización” nacional. El debate público ha desplazado asuntos prioritarios, dejando a la economía en un segundo plano. La vida en democracia implica discusiones, desavenencias, confrontaciones y crispaciones; pero ello no justifica el desplazamiento de la agenda económica.

Celebro la rigurosidad con que el gobierno del presidente Duque está manejando el presupuesto público. El saqueo de las finanzas nacionales que se vivió en el gobierno anterior hizo un daño de grandes proporciones y, por eso, eran más que necesarias las medidas de choque implementadas en este último año y medio.

Sentando las bases para estimular la inversión y empleando inteligentemente los recursos generados por conceptos tan importantes como la producción de hidrocarburos, Colombia tendrá allanado el camino para aumentar su capacidad productiva.

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