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Sería bueno si las decisiones siempre fueran sencillas. Pero, de hecho, la pugna por la claridad puede distraer cuando intenta establecer prioridades. A veces es útil ser impreciso.
Por ejemplo, en lugar de clasificar proyectos en un orden de prioridad específico, asígnelos a grupos más amplios: “debo hacer”, “debería hacer” y “sería bueno hacer”. En vez de dar a los proyectos un período específico de tiempo, clasifíquelos como necesarios de hacer “ahora”, “pronto” o “en el futuro”.
De esa forma, en vez de hacer distinciones entre los proyectos, puede agrupar los que tengan similar importancia. Este método simplificado permite entender qué tan urgentes realmente son distintas iniciativas comparadas con su estrategia general, en vez de una con otra.
(Adaptado de “To Get Better Decisions, Get a Little Fuzzy”, de Bob Frisch).
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