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Un conflicto con su jefe o con algún colega; una disputa difícil de resolver; el maltrato a un compañero; un fallo casi imperdonable; una mentira; una mala actuación y hasta un delito... Estas y otras situaciones lamentables pueden afectar su reputación en el trabajo. Es un pozo profesional del que le costará salir... Si lo logra.
Como empleado, quizá se le ocurra buscar consuelo y soluciones en los casos célebres de líderes de compañías que muestran un currículo espectacular de acciones poco éticas; que son ineptos declarados; famosos por su maltrato profesional, del que presumen; incapaces de reconocer errores... Incomprensiblemente, algunos salen de las organizaciones en las que han dejado su impronta dañina y logran colocarse en otras empresas, donde repiten el rosario de errores que les ha hecho famosos.
Como profesional que ha cometido un error que afecta su buen nombre le resultará mucho más complicado recomponerte. Y en un escenario de redes sociales a modo de patio de vecindad digital será poco menos que imposible que tu fallo caiga en el olvido. La cuestión es cómo va a reflotar su carrera; qué puede hacer para reconducir la situación con sus jefes y colegas. Si ha decidido dejar su empleo y cambiar de empresa para emprender una nueva vida, será difícil que la mancha en su trayectoria no lo persiga donde vayas.
Hace sólo algunos años, cuando no existían las redes sociales y profesionales, era posible adoptar la actitud del cangrejo ermitaño. Pero hoy, el mismo escaparate de las redes sociales y profesionales que nos aportan un valor añadido y una marca personal y profesional, se convierte en una ventana indiscreta que habla de lo que somos, de lo que hacemos y sabemos. No se puede cerrar, porque a nuestros perfiles en esas redes acuden cada vez más empresas para buscar candidatos y comprobar todo tipo de información sobre nosotros. La identidad que hemos construido y la actividad que desarrollamos es muy difícil de detener y ocultar.
Jesús Vega, experto en recursos humanos, sostiene que "el error forma parte de la vida profesional de cada uno, y equivocarse entra dentro de lo probable y recomendable. Si analizamos la historia profesional de muchos directivos o políticos que luego aparecen entre los más admirados y conocidos podemos comprobar que han tenido errores y que éstos son admisibles". Vega cree que "sólo aquel que no lo intenta, no se equivoca. En algunas organizaciones en las que la gente tiene miedo a equivocarse y a fracasar, nadie lo intenta. Es un caldo de cultivo para el inmovilismo".
Asumir el error
Andrés Pérez Ortega, consultor en posicionamiento personal, cree que no hay muchos trucos para recuperar la reputación dañada: "Las tácticas han sido siempre las mismas, aunque unos las han aplicado mejor que otros, y asumir el error suele ser la primera, porque mentir y ponerse a la defensiva no suele funcionar. Los buenos profesionales deben asumir que la verdad va a salir a relucir y entender que ocultar o negar la evidencia sólo empeora las cosas. Es difícil admitir que hemos cometido errores pero es lo que hay que hacer si queremos empezar a recuperar la credibilidad y la confianza". Jesús Vega coincide en que "hay que poner en perspectiva toda la carrera profesional. Lo peor que se puede hacer es cometer el error y no reconocerlo o no ser capaz de decir 'no volverá a pasar'. Hay que admitirlo con humildad y ponerlo en perspectiva dentro de la carrera de cada uno".
Pedir perdón
Asumir públicamente los fallos forma parte del proceso por el que los profesionales tratan de reparar su reputación dañada, pero Andrés Pérez cree que esto sucede "siempre y cuando se perciba que es un reconocimiento sincero y no obligado. Es importante que aquellos que se han visto afectados o perjudicados por el profesional sientan que lo dice de verdad".
Reparar los daños
El esfuerzo para recomponer los daños o tratar de hacer mejor su trabajo es otra buena táctica. Pérez sostiene que muchas meteduras de pata pueden solucionarse y minimizarse al tratar de arreglarlas: "Es parecido a pedir perdón. Ofrecer una compensación debe ser algo sincero y no sólo un truco para evitar que hablen mal de usted. A la gente le gustan las redenciones. Si alguien ha hecho algo mal pero se esfuerza en demostrar que ha cambiado puede que incluso acabe teniendo mejor reputación que antes".
Guillem Recolons, socio de Soymimarca añade que "lo que jamás debe hacer la persona que sufre el problema de reputación es ejercer el derecho de defensa cuando es demasiado tarde: el daño ya está hecho, y a partir de aquí es mejor centrarse en construir que en destruir".
Paciencia
Construir una marca personal sólida no tiene que ver con decir a la gente lo bueno que eres. Está relacionado con mostrar tu grandeza. La expresión show don’t tell (muestra en vez de contar) es la clave. Ser fiel a sus principios y valores impide generar desconfianza, que es el camino más rápido para arruinar su reputación.
Andrés Pérez insiste en que "crear una reputación sólida lleva tiempo, y reconstruirla todavía más, porque la gente no suele olvidar fácilmente, y si lo hace va a estar pendiente de lo que se dice de usted. Una marca personal implica transmitir emociones positivas a quienes se relacionan con usted, así que es importante centrarse en crear experiencias y relaciones positivas en tu entorno. Pero si trata de manipular las emociones vas a caer todavía más bajo. No sólo hay que trabajar en ser bueno, sino también en recomponer los vínculos rotos".
¿Hay olvido?
Guillem Recolons explica que "si alguien comete un error –por ejemplo, un impago– es muy posible que aparezca en un registro. La manera de arreglar el problema es muy sencilla: al pagar le borran a uno de la lista. En el imperio Google hay que ir con cuidado, ya que la huella permanece". Recolons recuerda que hace pocas semanas que Google perdió un litigio con un profesional español que reclamaba el derecho al olvido: "El proceso para eliminar un dato de la red es muy complejo. La única forma conocida para conseguir que una información tóxica se traslade a la página 16 de Google es crear informaciones con poder detergente. Esto supone generar información de valor muy bien etiquetada y planificada que consiga ponerse por delante del residuo radiactivo. Un consejo es que la persona afectada dinamice un blog con elementos de alto valor para sus clientes. ¿Por qué un blog? Básicamente, por su agilidad para actualizarse, su buen posicionamiento en la red y su condición de hogar online".
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