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Una crisis sanitaria sin precedentes pendiente de solución, perspectivas económicas inciertas y una edificación de “dos Américas”, son asuntos a capotear por el huésped de la Casa Blanca
Estados Unidos tiene la misión de demostrarle al mundo que no solo es una de las democracias más sólidas, sino que su papel en la formación de la civilización occidental y de la economía de mercado seguirán siendo sus pilares de influencia en países de la región, de los cuales es y seguirá siendo su mercado natural.
Las elecciones de ayer se llevaron a cabo en condiciones muy especiales, en medio de la peor crisis sanitaria de la historia reciente que no solo ha borrado las perspectivas económicas de todos los países, sino que y ha devuelto a la pobreza a millones de personas que han perdido su empleo.
Los mercados hasta la jornada de hoy han sido más generosos con los resultados de la pasada jornada electoral y las bolsas se han recuperado con fuerza, continuando la buena racha de ganancias que presenta el motor de la economía mundial desde hace varios meses; ni la incertidumbre generada por la pandemia, ni mucho menos la agitada pugnacidad política de las últimas semanas ha hecho que la bruma se asiente sobre las bolsas de valores de Estados Unidos, de Europa y de Asia.
Incluso, las monedas emergentes se han recuperada lentamente de las acentuadas pérdidas frente al dólar de los últimos meses. Estados Unidos no es Biden o Trump son sus empresas, sus empresarios, su sistema financiero; es la credibilidad de la economía de mercado; la responsabilidad de la Reserva Federal y de un sin número de tácitos respaldos que la mantienen al nivel de hegemonía económica.
El huésped por cuatro años de la Casa Blanca no es más que un garante, un maquinista experimentado de una ponente locomotora como es la economía de Estados Unidos, soportada en las empresas líderes de la cuarta revolución industrial; de un sistema financiero sólido y una renaciente industria que se acomoda a las nuevas exigencias.
El mundo, de la mano del gobierno estadounidense, debe concentrarse en lo más importante por ahora que es masificar la vacuna contra el covid-19, pero antes de eso debe desarrollarse en farmacéuticas de países líderes hemisféricos como le corresponde a Estados Unidos para América Latina.
Es de perogrullo plantear que no hay un punto más importante en la agenda global que la vacuna y que la sala de espera está llena de países emergentes o en vía de desarrollo atados al devenir científico, mientras que en el epicentro del desarrollo están los desarrollados que tienen la capacidad de invertir en ciencia y esperar cosas tan esperadas como dicha vacuna global.
No se pueden atizar confrontaciones ni situaciones traumáticas en Estados Unidos en pos de esta solución sanitaria; cualquiera de los hombres en contienda que hubiese resultado ganador era el adecuado para manejar esta expectativa mundial que mantiene en vilo a toda la humanidad.
El comportamiento de las bolsas de valores durante las dos últimas semanas dan por descontado que se viene un plan de estímulos fiscales para contener los efectos del coronavirus y que la economía global entrará en un largo periodo de vacas gordas pues los futuros de las materias primas así lo muestran.
Con un huésped experimentado en la Casa Blanca, más sólidos pronósticos de crecimiento en países como China, India y Brasil, todo parece indicar que las semanas de nubarrones posados en la economía están por engrosar otro capítulo de historia.
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