Separar roles en Ministerio de Transporte

Los últimos ministerios que se inventaron en Colombia fueron los del Deporte, Ciencia y ahora de la Igualdad, todos sin roles y funciones precisas, bastante opacos, que poco a poco se van difuminando como entidades de nivel ministerial sin mucho peso en la formación de políticas públicas. Coldeportes y Colciencias podrían seguir funcionando de la misma manera que lo hicieron durante décadas, porque hasta ahora, estas nuevas carteras brillan por su ausencia e ineficacia.

Ni qué decir del Ministerio de la Igualdad, que no tiene mucha justificación de motivos ni funciones específicas que no estén embebidas en otras entidades más eficientes, más allá de una asignación presupuestal como “unidad estratégica de inversión” que pudiera hacerse desde dependencias más técnicas y reguladas. En cambio, Colombia sí necesita dos innovaciones más disruptivas que deberían hacerse urgentemente: la primera, dividir el mega Ministerio de Transporte en otras dos entidades más eficientes, como puede ser la movilidad y la infraestructura.

El grueso de los problemas del país tiene que ver con transporte masivo como buses, transmilenios, taxis, plataformas, motos y bicicletas, además de todo lo que tiene que ver con señalización, matrículas y cultura ciudadana a la hora de transportarse; eso está metido en la Agencia de Seguridad Vial, una entidad sin mucho juego político ni metas megas porque dependen del Ministerio.

El otro portafolio de tareas, roles y actividades antes era manejado por otra entidad que era crucial para el desarrollo del país, las obras públicas, entendidas como infraestructura. No puede ser que el mismo ministro que debe definir qué hacer con el mototaxismo (una realidad innegable) sea quien define carreteras, túneles, puentes y dobles calzadas.

Es verdad que de esa cartera depende la Agencia Nacional de Infraestructura, pero al igual que la Agencia de Seguridad Vial son oficinas sin mucho vuelo; quizá la única que tiene juego independiente el Instituto Nacional de Vías, Invias, que vela especialmente por las carreteras terciarias.

Al observar las encuestas de los problemas que más afectan a los habitantes de pueblos y ciudades, a lo largo y ancho del país, se encuentra que el grueso de los asuntos tiene que ver con movilidad e infraestructura y que son temas tan costosos para el presupuesto y tan agitados socialmente que deberían partirse; así como los gobernantes requieren soluciones estructurales de la administración central, las personas piden reglamentos claros, soluciones más eficientes y, sobre todo, calidad de vida en sus sistemas de movilidad, variables de una misma ecuación, pero que deben ser considerados de manera independiente por distintas entidades para que haya más efectividad y eficiencia.

Si se mira con ese espectro, los colombianos más que un ministerio de Deporte, de Ciencia o de la Igualdad necesitan es mejoras notables en infraestructura y soluciones de movilidad, y las dos cosas son tan robustas y complejas que requieren entidades individuales que tengan metas megas e independencia presupuestal. Para mejorar la deficiente competitividad nacional es imperativo coordinar bien las políticas públicas que involucren mejores obras de infraestructura y evolucionar la cultura de movilidad de cada ciudad, dos cosas que pueden estar identificadas, pero que no caminan porque están como secundarias de un megaministerio que es el de Transporte.